Enfermera de la Guerra del Chaco cumplió, con lucidez, sus 103 años

La enfermera del Hospital de Paraguarí durante la Guerra del Chaco (1932-1935) profesora Silfide Meyer viuda de Espínola cumplió el domingo último 103 años de edad. La abuela recordó a la mujer paraguaya como la más valiente, que sabe sufrir y nunca se rinde. Pidió a todas las mujeres que sigan adelante y que nadie ni nada les impida lograr sus objetivos. “Jamás bajen la cabeza ni se den por vencidas, porque la vida es una lucha constante”, afirmó.

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PARAGUARÍ (Emilce Ramírez, de nuestra redacción regional).Las citadas expresiones las pronunció doña “Silfi” Meyer cuando llegaba a saludarla la delegación de docentes jubiladas del Paraguarí. El cumpleaños de la longeva mujer fue toda una fiesta para los vecinos del barrio Submarino.

A primera hora del día, familiares, amigos y vecinos la congratularon con una serenata de la Banda de Músicos del Comando de Artillería local. Luego, a las 09:00, los presentes participaron de la celebración de la palabra a cargo del párroco Omar López, en la que la anfitriona recibió la eucaristía.

Servicio a la patria

La abuela, muy jovial, recordó que a los 22 años entró a servir a la patria como enfermera voluntaria del banco de sangre del Hospital de Paraguarí, que funcionaba a la vera del cerro en las inmediaciones de la estación ferroviaria de esta ciudad.

Manifestó que en esa época había mucha tristeza y preocupación en el país, pero también mucha seguridad, voluntad y sacrificio por defender nuestra patria.

“Todos nos ayudábamos. La mujer paraguaya fue el sostén durante la contienda chaqueña. Además es valiente, sabe sufrir y nunca se rinde”, manifestó doña Silfi.

Dijo que los soldados del Chaco llegaban heridos, mutilados. Y sus curaciones y tratamientos estaban a cargo de la enfermeras voluntarias. Recuerda que sus antepasados fueron alemanes. Su abuelo Guillermo Meyer fue uno de los que conformó la delegación que tuvo a su cargo la construcción de las diferentes estaciones ferroviarias del país.

Se casó muy joven con Teófilo Espínola, de quien enviudó hace mucho tiempo. Tuvieron una sola hija, Gladys María Espínola Meyer, quien falleció hace años en un accidente ferroviario en el Chaco, cuando tenía 27 años. Desde hace más de 35 años vive en su casa bajo el cuidado de Martina Torres.

“Ella es mis ojos y mis pies, es una mujer inigualable. Me siento agradecida con Dios porque soy una persona muy querida”, indicó.

La abuela es jubilada y se desempeñaba como jefa de Archivo en el Colegio Nacional de Paraguarí y en el Instituto de Formación Docente de esta ciudad. Es socia de la asociación de jubiladas de esta ciudad.

Su envidiable salud y lucidez mental la atribuye a que ha llevado una vida sana, en especial a la leche de cabra que tomó hasta hace poco. Además en su hogar no faltaba las ricas comidas típicas. Actualmente lleva una alimentación más saludable: desayuna café de soja con leche, frutas al promediar la mañana, toma un caldo de verduras por almuerzo y en horas de la noche toma un té con galletitas de salvado.

En sus horas libres, acostumbra tejer crochet o simplemente descansa.

En horas de la tarde, suele hacer caminatas de 10 a 15 minutos en los alrededores de su casa para mantener la buena circulación de la sangre, relató su “hija adoptiva” Martina.

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