Franciscano recomienda apostar a la historia y dar excelencia a su estudio

El padre José Luis Salas (84) es un español de la congregación franciscana que llegó al Paraguay hace 56 años. Vino para trabajar por los leprosos y pobres, pero al poco tiempo se metió en el estudio de la historia. En esta entrevista, recomienda un mayor interés por lo sucedido, “porque sin historia no hay conocimiento del pasado ni posibilidades de proyección”.

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–¿Cómo fue que vino a Paraguay?

–Teníamos un seminario en Villarrica. Vine para ser profesor. Estuve un año en la casa de formación y de allí me mandaron en 1959 como capellán del leprocomio Santa Isabel de Sapucai. Estuve nueve años brillantes. Era un ejecutivo. Me dediqué a mejorar la alimentación de los internos, pues vivían muy mal.

–¿Había pobreza extrema en esa zona?

–Había muchas carencias. Faltaban medicinas y eran muy primitivas para tratar la lepra. No había forma de hacer análisis. Gracias a las religiosas y el esfuerzo de los benefactores se ayudaba a la gente. Queríamos que los enfermos se sintieran humanos. Cuando llegué a la capilla del leprocomio encontré unos barrotes que separaba a los enfermos y mandé retirarlos todos. Había un cementerio cerca del río. Prácticamente se echaban los cadáveres al río. Me dio una angustia terrible. Un domingo le dije a la que gente que no podíamos maltratar a nuestros difuntos. Entonces, habilitamos otro cementerio a 200 metros de la capilla.

–¿Dónde le destinaron después del leprocomio?

–Me hicieron superior de la casa provincial que funciona en Caballero y Herrera. Aquí también los pobres fueron mi preocupación. Pensé en la Chacarita, y fui allá. Confesaba y estaba a gusto. De allí me enviaron al barrio San Pablo, donde trabajamos con la comunidad para levantar su iglesia.

–¿Cómo nació su pasión por la historia?

–No había un libro sobre las misiones franciscanas, sobre Bolaños y compañía. Me dediqué a buscar escritos y con Margarita Durán sacamos varios libros sobre la presencia franciscana en este país. En Paraguay no quedó ninguna biblioteca desde la independencia. Con Francia desaparecieron los tres conventos que teníamos. Desaparecieron las bibliotecas y los documentos. Con Margarita viajamos a la Argentina y allá encontramos muchos documentos, porque en Buenos Aires estaba la casa matriz. Comenzamos el libro.

–¿Cómo vio al Paraguay en 1958, cuando llegó al país?

–Era un país muy pobre, de muchas limitaciones, pero una gran virtud: su población era muy solidaria. A los 15 días de mi llegada fui a Borgita, hoy Natalicio Talavera. Fue mi primera Semana Santa y no sabía una palabra en guaraní. Mis compañeros me decían que solo debía perdonar y perdonaba en las confesiones, sin saber nada de lo que me decían.

–En algún momento se dijo que el Paraguay es pobre porque los franciscanos siempre enseñaron a ser sufridos...

–Todo lo contrario. La obra de fray Luis de Bolaños era formar y mantener a la gente en una población. ¿Cuántas poblaciones tienen los jesuitas? Altos fue la primera reducción en 1582. En 1585 se fundaron Itá y Yaguarón, además de Guarambaré y Ypané, con doctrinas franciscanas. Caazapá, Yuty y otros tantos que hasta hoy están vivos. La pastoral de los franciscanos fue distinta que la de los jesuitas. Ellos recibían y les avasallaban en su espiritualidad; en cambio, los franciscanos dejaban a los indígenas que se organizaran y por eso quedaron como pueblos vivos.

–¿Cómo ve el interés de los paraguayos por la historia?

–Hay un problema de carrera. En la Academia de la Historia discutimos y hay un empeño de ir a los colegios a promover el conocimiento de la historia. La organización de los estudios no está dirigida a la historia. Sin embargo, sin historia no hay conocimiento del pasado.

–Hay mucho más que conocer en Paraguay...

–Debemos darle importancia a la historia, a la excelencia de su estudio. Un grupo ya estamos viejos en la Academia Paraguaya de la Historia, pero está entrando una nueva generación. Hasta 30 suele llegar el grupo de los académicos. Queremos pasar la posta a los jóvenes, promover la historia en los colegios. Me gustaría trabajar en estos emprendimientos, pero ya no puedo moverme tanto por mis limitaciones. Suelo asistir a las reuniones, pero se debe trabajar para descubrir más sobre el Paraguay. La Academia está sacando continuamente libros, pero hay que seguir investigando.

–¿Ya piensa quedarse en el Paraguay?

–Sí. Me he naturalizado. Pensé y dije que debía ser paraguayo.

–¿Cuántos años de sacerdote?

–En marzo de 2015 cumpliré 60 años de consagración sacerdotal, de los cuales 56 años estuve en el Paraguay.

Propone que mujeres también celebren misa

En esta parte de la entrevista, el padre Salas se refiere a la realidad cotidiana y a la Iglesia.

–¿Cómo ve actualmente al Paraguay un sacerdote historiador?

–El Paraguay tiene poco interés en la organización y en el respeto a las leyes. Se tienen muchas leyes, pero no se cumplen. Hay además muchas injusticias. Hay falencias jurídicas por la poca preparación de los abogados, tampoco hay interés por la historia. Falta higiene y seriedad para aplicar y cumplir las leyes. Uno sale a la calle y le dan ganas de llorar.

–¿Por qué ganas de llorar?

–Ahora que soy paraguayo, quiero salir a caminar y no hay una vereda sana en toda Asunción. Eso da ganas de llorar porque cómo una persona mayor va a caminar por su ciudad. Debemos despertarnos.

–¿Es un atraso por falta de mentalidad de progreso?

–Nos falta formación, superar la mentalidad del atraso.

–¿Cómo están vocacionalmente?

–Nosotros estamos mal. Hoy están también en Paraguay los capuchinos, que tienen más vocaciones. Este año fueron ordenados tres, quienes nos suplirán. El País Vasco era completamente religioso, ahora es ateo cien por cien.

–¿A qué se debe ese fenómeno?

–La religiosidad cedió a la secularidad. Aquí también va a llegar. Estamos en crisis.

–¿Qué debe hacer la Iglesia para frenar esa secularidad?

–El papa Francisco tiene un interés especial. Están apareciendo nuevas teologías más abiertas que no sean tan estrechas, dogmáticas, sino humanistas. Convocó a un sínodo y de allí sacará las directrices.

–¿Cómo deberá implementar ese sínodo?

–Dependerá de la pastoral, que debe incorporar más a los seglares y a la mujer. El sacerdocio está en merma y si no se suple se irá perdiendo terreno. Las mujeres religiosas son muchas más y podrían suplir a los sacerdotes en muchas parroquias.

–¿Qué podrían hacer las mujeres?

–Celebrar una misa. Si no se les permite celebrar como lo hacen los sacerdotes, que establezcan una misa similar, que puedan dar la comunión. Debe haber decisiones de avanzada, hay que romper esquemas.

–Está proponiendo ideas revolucionarias para la Iglesia

–Completamente. Con 84 años quiero vivir en avanzada. No debemos levantar murallas, hay que abrir puertas. El Papa dice: “Abran puertas”. A nosotros nos toca hacer sonreír y liberar de las cadenas.

–Con 84 años se lo ve muy progresista.

–No soy conservador. El mundo está en avanzada. Cada año avanza kilómetros, y en esas condiciones, mantener el pasado no sirve para nada. Yo soy producto de la guerra en España. He tenido etapas de sufrimientos y eso me enseñó que hay que abrir puertas, generar nuevas expectativas y nuevos caminos.

avelazquez@abc.com.py

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