Horas de ciudad

En 1977 se descompuso y, después de mucho intentar, fue reparado por Hilario Riveros, padre de Rafael (foto), quien hoy es el único en el país que conoce el mecanismo y se ocupa de mantenerlo en funcionamiento.

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Durante mucho tiempo, el reloj de la Catedral daba la hora oficial paraguaya con un micrófono abierto con Radio Nacional que transmitía sus campanadas a todo el país. Después de casi un siglo empezó a fallar. El primer relojero ya falleció y ahora queda su hijo para darle cuerdas cada ocho días. Es el reloj más grande del Paraguay y tiene 128 años.

Hubo un tiempo en que los asuncenos no tenían otra noción sobre el paso de las horas sino a través de las campanadas del reloj de la Catedral que podían escucharse hasta dos kilómetros a la redonda.

“Era una época en que no había tanto ruido y nosotros vivíamos en el kilómetro 2, en Bartolomé de las Casas e Incas. Mi papá se despertaba a las 02:00 de la madrugada para escuchar las campanadas de la Catedral que iban con el viento”, dice Rafael Marciano Riveros (41), quien actualmente es el relojero de la Catedral.

La vocación y la destreza las heredó de su padre, don Hilario Riveros, a quien habían reclutado cuando el reloj de la torre empezó a fallar en 1977, siendo el primer relojero de la Catedral.

El actual sería el segundo reloj, pues el original, más pequeño, lo había hecho traer don Carlos Antonio López, pero empezó a fallar y terminó en la iglesia de San Lorenzo, donde también hoy lo cuida Rafael Riveros.

El reloj que hoy vemos en la torre sur de la Catedral asuncena se montó en 1884, bajo la presidencia del Gral. Bernardino Caballero. Desde entonces, se convirtió en el reloj que marcaba la hora oficial paraguaya hasta fines de los 70. Todavía hay quienes recuerdan que el locutor de Radio Nacional anunciaba: “Ahora las campanadas de la Catedral dan las 12 horas...”, antes de encadenar. En la torre había un micrófono con línea telefónica que replicaba las campanadas en la radio.

Cuando el reloj empezó a fallar, el gobierno de Stroessner se dispuso a buscar un relojero para la Catedral. Ínterin, la Armada adquirió los equipos que hoy dan la hora oficial paraguaya que pasó a cargo de la institución.

“Muchos relojeros vinieron a verlo, pero casi nadie lo pudo entender. Mi padre vino y se quedó varios meses para observar su funcionamiento y entenderlo hasta que lo reparó y se encargó de él hasta su muerte”, relata.

Rafael aprendió las técnicas de relojería de su papá desde los 12 años y dice mantener este trabajo por vocación y por conservar vivo el recuerdo de su progenitor. “Este reloj es un símbolo. Mi padre creció con sus campanadas en la Chacarita. El mayor logro de su vida fue repararlo y mantenerlo”.

No se sabe a ciencia cierta de dónde vino el reloj de la Catedral, pero aparentemente fue traído de Italia, pues lleva una inscripción que dice “José de Vita - relojero” y el número 284. Aparte de estas inscripciones nada existe en las piezas ni en la gran caja con las piezas que lo hacen funcionar.

Actualmente el reloj requiere que se le dé cuerdas cada ocho días, un trabajo manual de polea que lleva 45 minutos de manipuleo.

Tiene tres toneladas, y solo las pesas que penden en el interior de la torre poseen 350 kilos. Es un reloj para cuatro caras, pero solamente están instaladas tres. Las campanadas suenan indicando cada hora con la misma cantidad de golpes y cada 15 minutos con el “din dan”, diferenciados para cada cuarto de hora.

La ciudad de Asunción tiene varios relojes dormidos, que son una joya, un patrimonio de todos y que debieran ser puestos en marcha para marcar nuevamente el paso del tiempo.

Los relojes perdidos

El único reloj que funciona en Asunción es el de la Catedral. El de los jardines del Palacio de López se descompuso cuando murió el relojero y lo sacaron. ¿Dónde está?

Los relojes de las iglesias de la Encarnación y de Trinidad están parados hace tiempo y nadie se digna en contratar un relojero que los pueda echar a andar.

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