“La depresión fue un gran maestro”

Doraliz Aranda Villalba (40) es una escritora paraguaya abocada al tema de la depresión. Ella misma vivió al borde de la angustia durante años, por presión laboral, por la pérdida de su bebé, por una depresión posparto. La autora –ya recuperada– busca dar un testimonio esperanzador para otras personas que han caído en esta terrible enfermedad.

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Doraliz nació en Mbuyapey (Paraguarí), pero reside hace muchos años en Derbyshire (Inglaterra). Siempre quiso ser escritora, pero estudió Administración de Empresas, “era otra época, profesionalmente más rudimentaria”. El campo de trabajo y el clima laboral fueron cambiando rápidamente, “ni hablar cuando se sale del país, como fue mi caso al casarme con un británico. En el Reino Unido tu terreno laboral cambia 360 grados”.

Trabajaste 20 años en Administración de Empresas, te habías estabilizado en un país de Primer Mundo. Un día dejaste todo lo que lograste, ¿qué ocurrió?

- Cuando me casé y me fui, me encontré con otro mundo. Pude acceder al campo laboral gracias a mi habilidad plurilingüe. Me enfoqué en el área de ventas internacionales y marketing, algo que ya hacía en Paraguay. Pero me aguardaba una sorpresa, los targets de ventas, objetivos inalcanzables, y si los alcanzabas en un año te lo incrementaban al siguiente, porque supuestamente “te gustan los desafíos” y la compañía debe crecer. Te exigen estar disponible todo el tiempo. Además son áreas muy competitivas, pero no competís con la competencia sino con los propios miembros de tu organización.

Todo eso tiene recompensa económica. 

-Sí, hay mucho dinero, salarios, comisiones, bonos, acciones en la empresa. Y así vendés tu alma, porque no hay vida personal ni salud. También hay muerte prematura, hogares desbaratados, ansiedad y sobremedicación. Es el costo y no es monetario. Desde los 29 hasta los 35 años viví sobremedicada y adicta a los medicamentos prescriptos (drogas legales) como tranquilizantes, pastillas para dormir y antidepresivos. ¿Es eso el éxito?

¿Qué síntomas nos alertan que debemos cambiar de trabajo, carrera?

-Vives desapasionado, desesperanzado, despiertas desganado, te sientes en falta contigo mismo, tienes estrés. A nivel físico surgen alergias, resfriados constantes, gastritis, problemas con la vesícula biliar, glándula suprarrenal desgastada. No hay forma que no sientas esas alarmas.

En tu visión y experiencia no se supera con yoga y meditación.

-La respuesta es un poco más profunda que una terapia específica que trata los síntomas pero no la raíz del problema. Esa raíz está en tus relaciones y en tu medioambiente familiar y laboral.

Mucha gente prefiere soportarlo todo y por la noche toma un antidepresivo.

-Eso no cambiará las cosas si sigues en la misma situación. Las hormonas de estrés, como la adrenalina y nordrenalina, se pueden quemar con ejercicio en el gym, pero no así el cortisol que tiene una duración prolongada en el organismo, genera oxidación e inflamación en el cuerpo, dos bases seguras para el cáncer, y en tu cerebro el estrés tiene el efecto equivalente: produces los neurotransmisores que te aceleran más como la norepinefrina, pero afecta los niveles de serotonina, dopamina, oxitocina. Es decir, afectas la homeostasis de tu organismo. Si le aplicas la mente positiva, y decides mirar negro lo que es blanco, te estás mintiendo, como cuando te dices “si dejo este trabajo o relación, no voy a encontrar otro”.

¿Cuál es tu propuesta?

-Reconocer a tiempo los malos ambientes laborales o estudiantiles, las malas relaciones personales, y ver otras opciones en la vida. A veces hay escape. Sé que no siempre, como cuando hay un pariente enfermo. Pero aún así puedes hacer terapia psicológica o desarrollar una vida más espiritual, pedir ayuda y tomarte tiempo libre. Tampoco hablo de mindfulness, otra de las nuevas terapias, sino de hacer intervenciones y cambios en tu vida a tiempo para mejorar tu diálogo interno, si hace falta busca ayuda psicológica para lograr esto y cultivar la esperanza, la compasión. Para mí la depresión fue un gran maestro, me puso en contacto con mi alma y mis malas decisiones.

Liam, Sophia y escribir para sanar

Doraliz tiene lanzados 2 libros –en formato papel, e book y audiolibro– que son en gran parte autobiográficos. El primer libro se llama “La llave para salir de tu prisión mental de estrés, ansiedad y depresión”; el segundo, “Infierno laboral”, y el tercero será lanzado este año en Paraguay y se titula “Las llanuras del alma”. “Siempre anhelé ser escritora, empecé sin tener idea e hice camino al andar. Luego de escribir mi primer libro, quise saber más sobre salud mental y obtuve una cualificación en Estrés Organizacional. Ahora estoy en el nivel 3 de Psicoterapia, de los 4 requeridos en Inglaterra”. Su trabajo como escritora terapéutica ha tenido mucha repercusión. Es chaplain (capellán) para la policía y el servicio de rescate de Derbyshire.

Doraliz viene cada dos años a Paraguay, cuando está aquí se concentra en recibir el cariño de su familia y amigos. La fortaleza y el optimismo que hoy transmite se los ha ganado tras pruebas muy difíciles. Es mamá de una niña de 5 años. Antes, en el 2009, tuvo a Liam, quien solo vivió 11 días. “Murió en mis brazos cuando tomé la decisión de apagar el ventilador artificial. Eso me dejó acabada. Fue un costo muy elevado, yo viajaba mucho en la época de aquel embarazo”. En el 2014 el sol volvió a nacer y se llamó Sophia, pero otro dolor se avecinaba: la depresión posparto. “Mi marido me abrazaba, pero no sabía qué hacer. Yo no había tratado la muerte de mi primer hijo y eso tuvo una alta incidencia en mi recaída. Me hospitalizaron, y lo cuento con honestidad y franqueza para quitarle el estigma a las hospitalizaciones psiquiátricas, soy un ejemplo de recuperación, soy útil a la sociedad nuevamente”. Actualmente Doraliz trabaja en el sector de servicio social con personas con problemas de Asperger y neuromotores como trabajadora de apoyo. Otros días se desempeña como asistente terapéutica con criminales juveniles en recuperación.

¿Sentís que perdiste años de tu vida con la enfermedad?

-Sí. No hay manera de recuperar ese tiempo. Trabajando juntos podemos disminuir las tasas de suicidio. La depresión no sobrevive en un ambiente de entendimiento, compasión y empatía. Hoy soy otra persona, y no me queda más que dar ¡gracias, gracias, gracias! por cada día que despierto y vivo plenamente.

lperalta@abc.com.py

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