Trastos viejos, convertidos en arte

Cualquier objeto inservible recogido de la basura se convierte en arte de la mano de Luis Carlos Prieto (51) y Javier Alfonso (35) en un pequeño taller de Villa Aurelia. El artista y su ayudante quieren estimular a los niños y jóvenes en situación de calle para que tengan una actividad alternativa.

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Todo lo que la gente arroja a la basura como desperdicio y ya no le es útil recobra vida en el pequeño y escondido taller de desechos y reciclaje del artista Luis Carlos Prieto en las inmediaciones de Madame Lynch y Mariscal López, barrio Villa Aurelia de Asunción.

El pequeño oasis de trastos se encuentra en medio de una arboleda y en el portón se ve un cartel desechado del “Magic Park”. El nombre hace honor también al sitio porque es un mundo por descubrir: moldes de madera de calzados de las zapaterías, restos de azulejos, máscaras, macetas, botellas, todo tiene utilidad y color. Además en cada recipiente en el que pueda caber un poco de tierra y abono crecen plantas aromáticas, árboles frutales y especies nativas.

Prieto asegura que su taller tiene la misión de sacar a los niños de las calles y a los jóvenes que caen en las garras de las drogas. De hecho, su principal ayudante, Javier Alfonso (35), fue un joven que deambulaba por las calles juntando plásticos y latitas. Ahora realiza obras de arte recicladas mediante soldadura eléctrica, prepara mosaicos y bonsái.

“Mis padres se separaron cuando yo tenía cinco años. Mi madre fue a Buenos Aires y un tiempo fui con ella, pero luego volví. Sentí rechazo de mis parientes, así que me pasé deambulando por las calles juntando materiales para vender. Mi vida cambió cuando lo conocí a este señor (Luis Carlos Prieto), quien me habló, me comentó lo que hacía y prometió enseñarme”, refiere.

Prieto vive con su esposa, Ana Belén Encina (25), y su bebé de año y siete meses, Braddock Luis. Ella toca el teclado, da clases de guitarra, compone músicas de alabanzas y ayuda en la iglesia de Villa Aurelia.

Otra colaboradora y voluntaria del taller es la fotógrafa Iris Riquelme (19), quien retrata las obras y todo el proceso.

“Es increíble cómo los niños pueden entretenerse, aprenden y muestran interés en hacer, por ejemplo, el bonsái. Ese contacto con la tierra los aleja de cualquier vicio. Por eso los quiero ayudar en forma más sistemática, gratuitamente, enseñándoles. Pido a la gente que nos dé los objetos que ya no utilizan para las creaciones artísticas”, insiste.

El compatriota menciona que los niños se vuelven agresivos en las calles y son un peligro para la sociedad, pero ayudándoles con una actividad sana cambian totalmente de actitud. Por eso su idea también es formar un comedor que él mismo quiere construir con objetos reciclados y con la ayuda de gente de buena voluntad.

Prieto tiene algunos “clientes” que colaboran comprándole sus obras o dándole trabajos para realizar mosaicos y para decorar jardines y aljibes. También prepara fuentes de piedra de diversas formas y tamaños: “Es muy difícil vivir del arte, pero intentamos salir adelante”.

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