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Cualquier alcornoque que funge de senador o diputado puede poner en su currículum oficial que es egresado de Harvard o La Sorbona como hizo el liberal Portillo y no pasa nada.
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Si se pone en duda sus datos que figuran en el sitio oficial del Legislativo, es sencillo se borra y ya está. La ética, la moral, el prestigio solo aparecen cuando se presentan ante el público. Todos tienen un derriére bastante sucio.
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Nadie gana ni pierde reputación en este país. La impunidad campea por falta de castigo a los infractores, quienes además no tienen remordimientos para acrecentar sus patrimonios malhabidos. “El ladrón de galletas” puede dar testimonio.
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El vozarrón acapara de nuevo las decisiones en la ANR. Ahora promueve una campaña para destornillarlo de su silla a Ramírez Zamborombombón, su exaliado clave en el 99 cuando se asociaron para derrocar al gobierno constitucional de Raúl Cubas. “Opa la plata, se acabó el amor...”.
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Al salpicar a Zamborombombón con denuncias de negociados en los alquileres de oficinas, la gavilla capitaneada por el calesitero solo busca colocar a la cabeza del TSJE a su ta’ýra, el nene de pecho Bestard’i. “Ñatrampeáta lo mitã” es la consigna para 2015.
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Hay una nueva velada intromisión de los camaradas bolivarianos en los asuntos internos de nuestro país. En el año 2012 nos mandaron a sus cancilleres para tratar de torcer la decisión del Congreso y tentar a las FF.AA. con un autogolpe. De la mano del exobispo libidinoso y sus adláteres, en estos días han estado desfilando por nuestra capital exponentes del chavismo, de la emperatriz y exguerrillera Dilma y de la “viuda negra” del Plata para tratar de influir en los fallos judiciales del caso Curuguaty.
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Este sería un caldo de cultivo para mover el piso en un momento dado a Achecé, un punto negro que no conjuga ni se alinea con el experimento “socialista del siglo XXI” que se apoderó de la región. Paralelamente, con el regreso de algunos liberalotes, hay un misterio$o reagrupamiento de la APC. Aunque sus marionetas locales caben hasta ahora de sobra en un colectivo, “Paraguay debe ser nuestro”, dicen que es la consigna.
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Es cierto que nuestra justicia tiene muchos defectos y que los políticos sinvergüenzas influyen en varios fallos judiciales. Pero por lo menos se guardan las formalidades y cuando se descubre alguna colusión con los magistrados se arma un escándalo gracias a la irrestricta libertad de prensa que existe, no como en Argentina o Venezuela o Bolivia y Ecuador donde se hace lo que ordenan Cristina, Maduro, Evo o Correa, y se extorsiona a los medios que se animan a publicar los pecados del régimen.