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El “superpolicía” Luis Rojas, titular de la Senad, es un gran metiche. Está en todas. Hasta incursionó en la Fuerza de Tarea Conjunta. Ahora, queriendo ponerse bien con el “number one” Achecé, lo embarró más.

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Sobre “Chicharõ”, Rojas dijo el miércoles 27 de mayo que desde el 11 tiene orden de captura del mismo y que “con conocimiento del Presidente, empezamos a seguirlo”. ¿Qué tiene que ver un Presidente de la República en el caso de un delincuente común?

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“El Presidente me informó que le iba a rechazar la chapa y me autorizó a detenerlo”, dijo también el superpolicía. Reiteramos: ¿por qué el Presidente tiene que autorizar o desautorizar una detención ordenada por vía judicial? Puede ordenar la detención de una persona solo en caso de Estado de sitio.

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Y ahora la pregunta: ¿Qué hubiera pasado si el Presidente no le hubiera rechazado la chapa? Puede entenderse entonces que “Chicharõ” no hubiese sido detenido, pese a la orden de captura. Así funciona la justicia en el Paraguay.

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Puede entenderse además que si “Chicharõ” hubiera expuesto 1.500.000 verdes razones, Achecé le hubiera dado luz verde a su chapa.

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Lo expuesto aquí por el “superpolicía” es gravísimo. Pero en nuestro país estas cosas no tienen ninguna consecuencia.

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Y después de todo esto, “Bachi” Núñez quiere convencernos de que no sabía que “Chicharõ” ingresó a la mismísima residencia presidencial teniendo orden de captura. ¡Increíble!

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Encima, mientras a Juan Pueblo lo atajan hasta si quiere tomar una simple foto del portón de Mburuvicha Róga, monstruos de cualquier laya y pelaje pasan sin problemas, siempre que sean correlís.

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Basta con ser amiwi de Bachi o del Chico 10 y no hay orden de captura que te detenga. ¡Che Dió!

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Esto, por cierto, no es nada nuevo. La muy vapuleada casa de los Presidentes paraguayos ya ha visto de todo: basta con recordar las reuniones de Lugaucho con reconocidos invasores de inmuebles, atendidos por el monje negro de la época, el hoy circunspecto senador López Pe.

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Los chovy, por su parte, rememoran con nostalgia las tardecitas de karaoke de Ña Ñala Alfaro de Franco con sus amiwis en el quincho de la residencia presidencial. Total, la antigua casona aguanta todos los pelajes. Qué triste.

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Dicen los que saben que un tal Freddy, de la Muni de Asunción, se jacta de ser el jefe de imagen del caballo del coisario, Alliana. Esa condición le basta para ser prepotente con los funcionarios de menor rango, por lo que ya nadie lo quiere, según las quejas. Más datos con los hermanitos A-Arnaldo y Lilian.

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