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¡Pero qué atrevido este Carlos Fernández, presidente del Banco Central del Paraguay! Debería ser destituido. Cómo en el Paraguay un funcionario público, por más alto nivel que tenga, se va a atrever a decir que el Gobierno se equivocó.
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Es un malísimo ejemplo que podría contagiarse a otros funcionarios que tengan opinión propia y la expresen con valentía.
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El sistema stronista vertical, donde todo el aparato gubernamental tiene que estar de acuerdo sí o sí con cualquier medida que venga de arriba por más torcida, atravesada y burra que sea, continúa vigente en esta época democrática.
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¿De dónde habrán sacado los hermanos José Marcos, Paulo Sergio y Antonio Ivar Sarabia tres millones setecientos veintidós mil dólares en efectivo para “comprar” las tierras de Chino Cue? ¿Ganaron la lotería en el Brasil? ¿Ahorro que tenían en el colchón? ¿Depósitos en paraísos fiscales?
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Paraguay debería aparecer en el libro de récords Guinness porque esta debe ser la única operación de compra sobre la tierra que se paga con tres millones setecientos mil dólares en efectivo. ¿Alguien cree que sea posible? ¿Infunde o no sospechas de que hay algo raro?
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Lo inexplicable es que la Seprelad y el Banco Central arman un escándalo si es que alguien vende o compra más de 10.000 dólares, pero ambos los dos se hacen los burros ante tres millones setecientos mil dólares en efectivo que se dice pagaron por las tierras. Si eso es o no complicidad podría ser pregunta para una encuesta.
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Lo grave del caso es que el abogado del presidente Horacio Cartes es el gestor cuya cara aparece, y por extensión la gente piensa mal del primer mandatario.
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Es que estamos tan acostumbrados a que el abogado de Gustavo Stroessner o de González Llamas, o de Beto Domínguez, utilizando el nombre de sus jefes o suegro, se mandaran unos fatazos, que la gente piensa que la cosa hoy continúa igual.
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Los delincuentes de los barrios bajos del Parque Caballero ahuyentaron a todas las personas que antes disfrutaban de la belleza de ese lugar y lo convirtieron en lo que está.
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Ahora le toca a la Costanera. Comienzan los asaltos y las agresiones a indefensas familias que desean pasear por dicho lugar. ¿Correrá la misma suerte que el parque?