Autoridades pretenden ocultar lo sucedido realmente

El caso de la muerte del capitán Enrique Piñánez y del suboficial José González, en una explosión en Cuero Fresco, antes que avanzar hacia un posible esclarecimiento, tiende a tornarse aún más confuso. Una simple verificación de la escena aportó aún más dudas y cuestionamientos con relación a la versión oficial del Gobierno, que también ya sufrió varias modificaciones. Aparentemente, la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) sabe con certeza qué fue lo que ocurrió, pero por alguna razón pretende ocultar a la ciudadanía.

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La explosión en la que fallecieron el capitán de Ingeniería Enrique Daniel Piñánez Ciancio (34) y el suboficial de Infantería José Manuel González Ferreira (39) ocurrió en la noche del 26 de noviembre de 2014 en el kilómetro 87,5 de la Ruta V “Gral. Bernardino Caballero”, en la localidad de Cuero Fresco, distrito de Horqueta, departamento de Concepción, exactamente a 378 kilómetros al norte de Asunción.

Esa misma noche, fuentes de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) debidamente identificadas, algunas de las cuales incluso que estaban afectadas al operativo en curso, confirmaron a nuestro diario que la misión del capitán Piñánez consistía en diseñar una bomba que debía ser entregada a un informante, para que este último llevara el explosivo (mimetizado entre provistas) hasta el campamento de la banda terrorista Agrupación Campesina Armada (ACA).

La guarida de los precoces criminales, montada cerca del cauce del río Aquidabán, a seis kilómetros de la Ruta V, había sido localizada solo tres días antes gracias a un vídeo con un mensaje que enviaron los propios criminales a la cúpula de la FTC, conforme a los datos recabados esa noche.

Igualmente, al menos tres patrullas en tierra estaban parapetadas en el perímetro del campamento criminal, para asaltar el refugio después de que se produjera la detonación controlada por la FTC.

Pero al día siguiente de la inesperada explosión, el fiscal Joel Milciades Cazal Cristaldo y el entonces vocero de la FTC, teniente coronel Víctor Manuel Urdapilleta Almada, dieron a conocer en una conferencia de prensa en Concepción la primera versión oficial sobre lo que supuestamente ocurrió en Cuero Fresco.

Dijeron que el director de Narcoterrorismo de la Senad, agente especial Juan Manuel Jara (44), se encontraba al mando de la camioneta Toyota Fortuner blanca de la entidad antidrogas y que a su lado estaba el capitán Piñánez y atrás el suboficial González.

Explicaron que el vehículo circulaba desde Yby Yaú hacia Concepción, en el marco de una patrulla ante una información recibida acerca de una supuesta entrega de explosivos para la banda ACA.

Siempre según la primera versión oficial, en el kilómetro 87,5, aproximadamente a las 20:15, los uniformados divisaron a una persona sospechosa que se movilizaba en una motocicleta, por lo que Jara efectuó una maniobra para interceptar al motociclista, pero este arrojó un bulto en uno de los costados de la camioneta, huyó e inmediatamente después ya se produjo la mortal explosión.

El 28 de noviembre, el ministro de la Senad, Cleto Luis Alberto Rojas Ramírez, ya declaró que los uniformados no llevaban ninguna bomba, pero a la vez sorpresivamente también descartó un atentado, como aseguraron Cazal y Urdapilleta.

Rojas coincidió con la versión oficial solo hasta el momento de la interceptación de la motocicleta. El elemento nuevo que agregó el alto funcionario antidrogas fue que se trató de un encuentro fortuito y que el agente Jara bajó del vehículo y se dirigió hacia la moto como para verificar a su conductor, quien dejó caer una mochila y arrancó de nuevo su biciclo como para huir de la escena.

En ese ínterin, Jara intentó también reanudar la persecución, aunque ya no pudo hacerlo por la explosión que lo dejó aturdido a él, pero que mató a sus dos acompañantes.

El ministro de la Senad, Luis Rojas, fue la primera autoridad que, en una entrevista, se animó a hablar de la cuarta persona que supuestamente estaba con los tres uniformados y que no había sido mencionada en la conferencia de prensa de la FTC, el día anterior. Insinuó que podría ser un informante importante o un agente de inteligencia que realiza tareas sensibles en la zona.

Otro que habló del caso fue el propio comandante de las Fuerzas Militares, general de Ejército Luis Gonzaga Garcete Espínola, quien opinó que la muerte de los dos efectivos castrenses fue por accidente (con la manipulación del explosivo) y no un atentado o quema de archivo, como posteriormente sería sugerido por la familia de Piñánez.

Sin embargo, tras la declaración oficial del agente especial Jara ante el fiscal Cazal, la versión original del Gobierno finalmente incorporó en el relato a la famosa cuarta persona que supuestamente estaba dentro del vehículo y que, desde ese momento, las autoridades se esforzaron por hacer creer que se trató de otro agente especial de la Senad que cumplía tareas de inteligencia como infiltrado en la zona de los terroristas. Su identidad, hasta hoy día, no fue divulgada.

El equipo investigador, igualmente, sostiene que Piñánez, González, Jara y el otro agente especial formaban parte de una de las cinco patrullas preventivas desplegadas aquella noche. La FTC cree que los militares murieron después de que el motociclista les arrojara un bulto con por lo menos cinco kilos de gelamón, que estallaron con una granada de mano que también contenía la mochila.

El fiscal Joel Cazal, hasta ahora, dice ser capaz de sostener su investigación, pese a que surjan nuevos cuestionamientos, ya que asegura tener bien documentada la pesquisa.

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