Considerar gravedad de secuestro de menores

“Cuando se empieza a secuestrar menores de edad la situación muestra una gravedad que no se puede ignorar”, dice la sicóloga Dary Lucía Nieto. Con especialización en sicología clínica y de familia y énfasis en sicología jurídica, Dary ha trabajado para diversas universidades y ha sido pilar en varias organizaciones oficiales y también no gubernamentales.

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Preguntamos directo por el caso de Arlan: “El secuestro de un menor hay que atender con profesionales de todos los ámbitos para soportar las presiones y ayudar a entender todo lo que se quiebra con un proceso así. Se debe entender que el delito del secuestro tiene un componente grande que es la intimidación, los secuestradores quieren romper todos los apoyos que pueda tener una familia para volverla más vulnerable. Por eso es importante que la familia mantenga su red de apoyo, con las autoridades, con todo; lo que no es bueno es que sean mamá o papá los que lo hagan”.

“Por otro lado, el secuestro implica una negociación, una palabra muy fuerte porque es ahí donde el delito tiene mayor impacto emocional porque se pone a la persona, al individuo, como un objeto en donde se entra a negociar, a ponerle precio, es lo que se hace difícil comprender”.

Dary Lucía es terminante: los efectos posteriores de un secuestro son de largo alcance y no solo para la víctima directa, sino también para toda la familia. Impacta inclusive a otras familias que tienen miedo de terminar también siendo próximas víctimas. El secuestro termina, sí termina cuando una persona y la sociedad y el grupo familiar son capaces de generar las estrategias nuevamente de seguridad. En cuanto al tiempo, es muy variado, conocemos personas que quedan muy, muy afectadas, durante mucho tiempo y otras, por el contrario, que son capaces de fortalecerse ante situaciones de alto impacto.

“Estos grupos delictivos secuestran a personas que generan mayor afectación en el grupo familiar, empresarial o en la comunidad. Desde mi experiencia considero que los mayores afectados emocionalmente son los adolescentes, ya sea porque han tenido una pérdida de esa figura paterna o materna, pero fundamentalmente porque están en una construcción de valores, de creencias, de pertenencia con un grupo social, con una comunidad que les pone todo al piso. Terminan no creyendo en las autoridades que están cumpliendo el rol de protección porque entienden que la vida no tiene valor diferente al que le pone un secuestrador. Para ellos un secuestro no es solamente la ausencia de un miembro familiar, sino es toda una restructuración y confrontación de lo que significa ser persona en una sociedad.

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