“Las leyes solas no solucionan el secuestro”

Sábado 23 de febrero del 2002. Ingrid Betancourt paseaba su plataforma como candidata presidencial del partido Verde Oxígeno; Clara Rojas, de 37 años entonces, era su jefa de Debates. Acompañadas de varios periodistas intentaron meterse a la boca del lobo: San Vicente del Caguán. Apenas dos días antes, el presidente Pastrana había cortado las negociaciones con las FARC y había ordenado que esa pequeña población fuera retomada por el ejército después de haber sido una “zona de distensión” con la guerrilla.

https://arc-anglerfish-arc2-prod-abccolor.s3.amazonaws.com/public/NWAAVGEDAVGQBOSBMWGJNU7RDQ.jpg

Cargando...

Ingrid y Clara terminaron secuestradas el mismo día y liberadas seis años después, con meses de diferencia. Su crónica queda en los anales de historias particulares porque, a diferencia de otras, terminó con una bendición: Su niño Enmanuel. “Durante el secuestro me quedé embarazada. Los detalles son para mi hijo”, escribió en su libro “Cautiva”. Nuestro último domingo en Colombia, Clara juró como nueva congresista. El día antes le robaron los celulares en una comida en el hotel donde los entrenaban para el nuevo cargo. Más anécdotas para alguien que parece decidida a liberarse todos los días de cualquier claustro.

–¿Termina alguna vez el secuestro?

–Claro que termina. Es cuestión de actitud, de convicción, ¡de decisión! Pero también de tiempo. Se logra reencontrar la libertad cuando se logran entender las emociones propias, así nunca se termine por entender por qué pasó lo que pasó. Pero en algún momento hay que cerrar con el pasado, y cerrar esa puerta y dejar atrás todo aquello, como un capítulo más de la vida. No es tarea fácil, pero perderse en el presente y en el futuro, sí que ayuda. Es cuestión de voluntad, de decisión, y en ese momento es cuando se logra retomar el control de nuevo, del camino de la propia existencia, dejamos de ser víctimas en sentido amplio.

–¿En qué clase de leyes debe pensar un país para evitar este flagelo?

–Las leyes por sí solas no solucionan ningún problema y menos un flagelo de tal magnitud como el secuestro a escala. Es la voluntad política, es la conciencia ciudadana, la que logra las transformaciones. Lo primero es reconocer y entender que existe el flagelo, hacerle seguimiento, reunirse para apoyarse, convocar marchas, para organizarse para apoyar familias, orientarlas jurídica y sicológica mente, orientarlas para lograr interlocución con el Estado, con los medios de comunicación.

Es un trabajo arduo, pero debe ser constante. Las leyes sientan bases, orientan, envían señales, pero la implementación de las mismas es lo más importante.

–Las penas en Colombia llegan hasta 40 años, en Paraguay no pasan de 25, ¿son suficientes?

–Las penas sean de 40 o 25 años no sirven para nada si no hay quien investigue o fiscalice, policía que capture y jueces que castiguen. En Colombia la impunidad es del 99%. Mientras no haya penas ejemplares, la conducta penal sigue como si nada.

Es cierto que en Colombia han bajado las cifras de secuestro, pero la impunidad sigue campante.

–Usted fue también una víctima. ¿Qué opina del pago de rescates, del bloqueo de cuentas?

–El pago de rescates es totalmente nocivo. Al igual que la extorsión, eso lo que hace es permitir que el fenómeno crezca, porque se vuelve un negocio. En Colombia, por ley es prohibido pagar rescates, incluso es delito, pues se entiende que se financia a los grupos al margen de ley. Hay algunas excepciones, pero lo deseable es no pagar.

–Como secuestrada que fue, ¿qué opina de que los gobiernos intenten rescatar a los secuestrados sin contemplar los deseos de las familias?

–Hay que partir de la base que es obligación de los Estados proteger la vida de las personas. Sí es importante contar con la familia, porque habrá mayor respaldo de la operación de rescate, que siempre es riesgosa. Hay que lograr la llave entre familias y agentes del Estado. Los gobiernos o los entes encargados se tienen que ganar la confianza a partir de procurar que los rescates sean definitivamente exitosos, de lo contrario siempre habrá oposición de familiares y de la sociedad en su conjunto.

Fotos: Gentileza grupo Semana, clararojas.com y la entrevistada.

“Show mediático del dolor”

“Ayudar a las familias y apoyarlas es fundamental”, sostiene Clara Rojas. “En Colombia esta ayuda surgió de los propios familiares, de los propios afectados, se crearon organizaciones de la sociedad civil, se empezó por marchas multitudinarias, apoyo de la prensa nacional e internacional, hasta que los gobiernos toman conciencia que tienen que hacer algo más pronto que tarde, para que el delito no se les salga de madre. Se expiden leyes, se destinan recursos a la captura de delincuentes, se especializa a la policía, etc. Se crean centros de atención a las víctimas.

–¿En qué nos equivocamos los medios de prensa?

–La labor de los medios es informar, destapar, investigar. Los medios son los grandes aliados de las víctimas. Lo importante es no rayar en el amarillismo, tratar a las personas víctimas y sus familias con respeto, entender su dolor, escucharlos. Procurar en lo más que se pueda, no hacer un show mediático del dolor, evitar revictimizar. Respetar los silencios, entender que los afectados no tienen las respuestas.

Clara ha escrito un libro, “Cautiva”, que está agotado. El libro es difícil de conseguir porque la editorial ha quebrado. (Continuará)

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...