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Resaltó la necesidad de encontrar soluciones que puedan servir en el largo plazo, para desanimar este flagelo. “Que se facilite el despacho a toda esa gente que va a comprar y que paguen sus impuestos, entonces dejarían de ser contrabandistas, serían importadores, y tendríamos un comercio formal para no destruir nuestro país de esta manera”, señaló.
Lamentó que nuestra sociedad en general ya no vea como algo malo el contrabando, sino como algo normal. Reconoció que es difícil que la gente elija no comprar un producto que es muchísimo más barato de contrabando. Por eso, a su criterio hay que dar facilidades para el despacho e intensificar los controles.
“Tenemos que hacer que nuestros jóvenes vean lo perjudical que es el contrabando para el país, porque de otro modo, van a verlo como una opción para enriquecerse”, subrayó.
Agregó que el contrabando es el comienzo de toda una problemática que hay detrás, que es el empleo informal, porque quienes trabajan con microcontrabandistas ganan menos del sueldo mínimo, no tienen seguro social ni otros beneficios que la ley exige.
El Estado ya tiene un déficit en su presupuesto y necesita recaudar más. Pero lo más precupante es que se pone en riesgo los empleos formales y las empresas que trabajan en la legalidad, según lo indicado. “No estoy hablando solamente de la venta de este sector. Detrás de cada supermercado hay 550 a 600 proveedores, que a su vez tienen miles de funcionarios. Esos empleos son los que a mí me preocupa que sean afectados”, dijo.