Nativos viven entre la droga y la desidia gubernamental

Unos docientos nativos en su mayoría niños que viven en las cercanía de la Conmebol, en Luque, llevan una vida de adicciones y mendicidad. Las soluciones parche y la inacción gubernamental hacen que cada vez más nativos abandonen sus comunidades en el interior del país y vengan a vivir en la extrema carencia en Asunción y sus alrededores. En estas condiciones, los niños son presas fáciles de todo tipo de delitos.

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Eran las 8:30 aproximadamente cuando llegamos en las inmediaciones de la Conmebol, en Luque. Pudimos divisar que lentamente los niños y adolescentes se despertaban y salían de sus campamentos. La mayoría en vez del desayuno se drogaban con la cola de zapatero. Cargaban en una bolsa de plástico y guardaban entre la ropa y el pecho, para facilitar la inhalación, mientras conversaban con sus otros compañeros que estaban haciendo lo mismo.

En el otro costado del lugar, un grupo de tres niños comía pan con mortadela y un poco de agua. Seguidamente, también recurría al mismo procedimiento que los anteriores niños. Todo ante la presencia de los padres que estaban resguardados en los campamentos de hule negro, acostados en improvisadas camas de cartón y algunas bolsas de plástico.

Logramos conversar con algunos de ellos sobre sus vidas y necesidades. Cambiamos sus nombres para resguardar sus identidades.

Miguelito de 5 años. Es de la parcialidad Mbya Guaraní. Sudoroso, y con ropa sucia y con fuerte olor a cola de zapatero, corrió hasta nosotros para pedir una moneda. al darle, le preguntamos ¿qué es lo que más le gustaría que le compremos?

–Comida, porque todavía no desayuné– respondió inocentemente y volvió a la mendicidad al que a diario era sometido debido a la triste situación que le toca vivir a tan corta edad.

También conversamos con Lore (13), a quien le preguntamos cuál es su mayor deseo. Manifestó: “quiero comer y vivir bien”, dijo en guaraní, con un hablar entrecortado debido a los efectos de la cola de zapatero, que a cada instante lo inhalaba como si fuera el hecho más natural del mundo.

Carlos (14), a quien le dimos para el desayuno, nos dijo que él vino a vivir en la ciudad porque en su comunidad en Caaguazú hay muchas necesidades.

No tienen agua, ni alimentos. “En Asunción tengo más posibilidades de alimentarme cada día, pidiendo moneda”, dijo en guaraní.

Según Censo 2012 son solo 115.000 personas la población indígena y en su mayoría son niños. Es importante recordar que para lograr que los nativos se asienten en sus tierras, el Gobierno debe elaborar una estrategia apropiada y trabajar con ellos en el campo para que, de a poco, se introduzcan en la cadena productiva.

Este desafío llevará su tiempo porque se trata de cambiar una milenaria mentalidad recolectora, pero es el único camino para que aprovechen sus tierras.

Según el Censo de Población y Viviendas para Pueblos Indígenas realizado en el 2012, ellos son un poco más de 115.000 personas.

Del total de la población unos 58.000 son varones y 54.000 son mujeres. Tienen una tasa de crecimiento de 3,52 por ciento.

El pueblo Mbya es el de mayor población. Le sigue los Ava Guaraní. Los 17 pueblos restantes tienen proporción muy similar de población.

Son violados muchos derechos de la niñez y la adolescencia por parte del Gobierno y no hay reacción de las numerosas ONG indigenistas.

eolmedo@abc.com.py

Fotos: Carlos Schahtebek

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