A no repetir la historia

El anuncio de que la Costanera Sur está en marcha, o al menos en etapas previas a su licitación, llena de esperanza a un país cuyas instituciones están a prueba con la crecida del río. Si bien la ausencia de condiciones que permitan la calificación de “dignas” a sus viviendas es un problema de larga data, gran parte de los paraguayos veía a la cuestión muy distante. Como si la separación geográfica hubiese puesto un muro impenetrable que impedía esa bomba de tiempo en los bañados, consecuencia de la marginación y la pobreza.

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Pues bien, la inundación no solamente derribó los muros de la indiferencia sino que nos interpeló a buscar soluciones a largo plazo. La Costanera Sur es precisamente eso.

Si bien a lo largo de los años los gobiernos que se han sucedido se han jactado de atacar la pobreza con diferentes programas –algunos menos exitosos que otros–, la desarticulación siempre ha sido la constante. Las iniciativas en cuanto a vivienda, empleo, aseguramiento de asistencia educativa y sanitaria –dirigidas a personas en situación de pobreza extrema– no están conectadas entre sí y las instituciones han venido trabajando de manera separada.

Si en el presente, el presidente Horacio Cartes quiere combatir este drama con un enfoque distinto y buscar mejores resultados, debería poner a sus mejores soldados a coordinar esas mismas acciones articuladoras que faltaron en el pasado. La Costanera Sur puede ser un elemento de conexión entre todas las instituciones involucradas para esa zona de Asunción, totalmente marginada.

Aunque el proyecto debe ser conducido y ejecutado por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), hay otras instituciones involucradas, como la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat), que deben entrar a trabajar en la zona en la que definitivamente nacerán nuevos barrios integrados a la capital, si el proyecto tiene el éxito que todos esperamos; lo que no significa que no puedan desarrollarse emprendimientos privados.

Pero esa intervención integral de la que se habla no debe descuidar otros flancos igualmente importantes. Uno de ellos es la salud reproductiva de esas familias que durante décadas subsistieron hacinadas. No es casualidad que en los refugios se hayan multiplicado los embarazos. Un análisis simplista puede sugerir que los desplazados poco y nada están haciendo por mejorar su paupérrima situación, como si la misma no fuera el resultado de la conjunción de tantos otros elementos que no vale la pena mencionar si la idea es articular soluciones y no argumentaciones improductivas.

Esa avenida y sus nuevos barrios serán de asfalto, piedras, ladrillos y cemento, sí, pero también de la materia con que están hechos los sueños, si la vemos como lo que es: la oportunidad de construir una mejor ciudad, un mejor país.

pcarro@abc.com.py

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