Amnesia

Apenas nueve años han pasado del día en el cual los colorados se fueron a la llanura tras 61 años de hegemonía. El 2008 fue catastrófico: del día a la noche tomaron sus bártulos y se fueron, dejando un tendal de heridos, deudas y pérdida de poder. Lo que nadie imaginó, ocurría: empleados de la ANR hacían manifestaciones para cobrar salarios protestando frente a la Junta de Gobierno.

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La senadora Lilian Samaniego –hay que decirlo– se quedó sola como Presidenta del Partido a aguantar lo que parecía una catástrofe; ella conoce profundamente las consecuencias de aquella debacle. Debe ser por eso que en agosto declaró sin lugar a interpretaciones que acompañará al ganador. Debe ser por eso que últimamente no dudó en reclamar a Luis Canillas sus expresiones, debe ser por eso que está callando cuando muchos de sus correligionarios –en especial el ciudadano Presidente de la República– emiten tantas bravuconadas.

Están repitiendo con pasión todos los errores que en aquel entonces les costaron el poder. Prepotencia, atropellos, persecusión, discriminación y una torpe persistencia en subestimar la capacidad del voto. Sospechan que el dinero todo lo compra y olvidan que en abril del 2008 ya se demostró que hay cosas que el dinero no puede comprar. Se recibió plata con una mano y con la otra se votó a un exobispo al que se eligió como elemento de venganza.

Hay un enorme desprecio por nuestro sistema legal que prohíbe confundir al Estado con el partido; en los últimos meses una fiebre de actos oficiales se han mimetizado con ropaje de proselitismo cartista. Su epílogo final fue esta semana cuando en un evento oficial sonaron los acordes del jingle oficialista al ritmo de “Santi bebé”.

Dignos descendientes de nuestros ancestros, no son muchos los compatriotas que zapatean, hablan, protestan, reclaman y denuncian. Son los mismos que después terminarán votando y mascullando entre dientes la rabia y la soberbia.

Es posible que me equivoque profundamente al pensar que hay profundas e irreconciliables diferencias en las corrientes internas tanto de la ANR como del PLRA. Es posible también que antes de abril del año que viene terminen abrazados como en otras ocasiones (al final de cuentas, muchas observaciones sociológicas han fracasado cuando se trata de preanunciar conductas en Paraguay).

Sin embargo, hasta aquí nomás –a una semana de unas internas con sabor a generales– no es arriesgado decir que esta vuelta los abrazos serán con espinas, casi casi como abrazarse con un cactus o estrecharse con espinas de coco.

Parecen estar en un estado de celestial efervescencia... y amnesia. Han olvidado todos los errores y los están repitiendo con fervor y devoción, puntillosamente: la misma soberbia, las bravuconadas, las persecuciones y la intolerancia... La confusión del país con el partido y del partido con el caballo del comisario.

Ojalá nos sea leve.

mabel@abc.com.py

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