Asunción, una tapera

En guaraní existe una palabra que pinta de cuerpo y alma la dejadez y la desidia. Nuestros abuelos lo sabían muy bien y nada más ilustrativo escucharles decir en tono cansino y lastimero: “itaperé”. Lo usaban con frecuencia ante una casa derruida, un camino socavado por la erosión o una persona envuelta en harapos.

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Quizás de ahí haya surgido la palabra “tapera” aportada por el guaraní al léxico español. Lo dice la Real Academia Española de la Lengua. “Tapera: Del guaraní tapera. 1. Am. Mer. Habitación ruinosa y abandonada. 2. Bol. y Par. Conjunto de ruinas de un pueblo”.

Cuando uno camina por las calles de Asunción se encuentra con el mismo panorama que arrastra desde hace años. Y es tal el abandono y desaliño al que nos hemos acostumbrado sus habitantes que, ahora, tan siquiera para las fechas importantes se arregla la ciudad.

Hace poco festejamos los 207 años de la independencia nacional y, de no ser por las banderas decorativas, la ciudad hubiera presentado el mismo rostro de la incuria. La tricolor en algo disimuló tanta desdicha en el derrotero de la Madre de Ciudades.

El próximo 15 de agosto la Capital de la República celebrará 481 años, en coincidencia con el inicio de un nuevo periodo presidencial. Vendrán delegaciones, dignidades y personalidades del exterior. Como pocas veces, de nuevo Asunción estará en la vidriera mundial.

Sin embargo, es tan poco aliciente el aspecto que presenta hoy a los visitantes. La Plaza de la Constitución sigue bañada en aguas servidas, con un montón de casuchas. Los bajos de la Catedral y del Cabildo están cubiertos de desperdicios. Las calles están llenas de barquinazos y zanjones, al igual que las veredas.

En 1907 el periodista, docente y escritor argentino, José Rodríguez Alcalá, escribió el libro “El Paraguay en Marcha” y decía de Asunción, entre otras cosas:

“Hacia cualquier lado que se vuelva la vista, las miradas tropiezan con una vegetación exuberante que embellece la ciudad y sus inmediaciones, dándoles el aspecto de un inmenso jardín tropical (…)”.

“Todos cuanto conocen la capital paraguaya coinciden en opinar que Asunción es una de las poblaciones más pintorescas del mundo. Y en efecto lo es. Cuando la reedificación, ya iniciada hace varios años concluya de modernizarla, para lo cual falta muy poco, la capital paraguaya no tendrá nada que envidiar a ninguna de las más adelantadas capitales americanas (…)”.

El resto del texto es un placer de exquisita lectura y el autor se deshace en elogios al pintar las calles y barrios de Asunción.

Esperemos que el intendente municipal, Mario Ferreiro, y los 24 concejales (muy especialmente los que van dejar la Junta Municipal para asumir sus nuevos cargos en el Congreso, por ejemplo, Hugo Ramírez, Tony Apuril y Sebastián Villarejo), salgan a recorrer la ciudad que están “gobernando”.

Tal vez no tengan motivos para estar orgullosos y sientan vergüenza de que esté hecha una tapera. La están dejando caer a pedazos.

pgomez@abc.com.py

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