Bacchetta, Salomón, Alfaro, Acevedo

En la votación por la cual el Senado confirmó como fiscala general del Estado a Sandra Quiñónez, candidata de Horacio Cartes para el cargo, los senadores Enrique Bacchetta, Óscar Salomón, Emilia Alfaro y Robert Acevedo pusieron en evidencia, al apoyar a la nominada en contra de la decisión de rechazarla asumida por sus grupos políticos, que Mario Abdo Benítez y Efraín Alegre tienen problemas de liderazgo que plantean dudas sobre sus respectivas candidaturas presidenciales. 

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El caso de Efraín parece menos grave que el de Marito porque el candidato liberal inició este su segundo intento de llegar a la presidencia de la República tratando de reconstruir un partido, el Liberal Radical Auténtico (PLRA), totalmente destruido en lo institucional por el impacto del apoyo que Cartes otorga a muchos de sus legisladores desde 2010 o antes. 

Efraín es la expresión política de la resistencia liberal a Cartes y, aunque es obvio que no logró aún depurar al PLRA, está claro que se anotó ya algunas victorias sobre el cartismo interno que mina al liberalismo, y que el candidato sigue en esa línea de confrontación con el Presidente de la República. 

Lo de Marito es menos esperanzador. Vencedor de Cartes por voluntad mayoritaria de los afiliados colorados, Marito confundió la obligación que tenía como líder elegido por sus correligionarios de unir a su partido con una suerte de condescendencia con el vencido que le permitió a Cartes desconocer los resultados de las elecciones internas del 17 de diciembre y mantener a la Asociación Nacional Republicana sometida a su propia agenda. 

En las organizaciones políticas democráticas, el vencedor de las elecciones se convierte en líder del partido, su programa se adopta y el vencido se allana de buena voluntad a lo decidido por la mayoría. 

Lo grave del caso de Marito, que es contrario en esto al de Efraín, es que se mostró incapaz de defender el mandato que recibió de sus correligionarios el 17 de diciembre, “no más modelo Cartes”, y sacrificó en el altar de un entendimiento erróneo de la unidad partidaria la voluntad de una mayoría que ahora tiene derecho a dudar de si su voto sirvió para algo. 

Marito falló desde el día en que fue a la casa de Cartes como si Cartes hubiera ganado las elecciones que perdió. Desde ese día, Enrique Bacchetta y Óscar Salomón supieron que podían negociar solos con Cartes, que podían desarrollar una agenda distinta a la que votaron los colorados el 17 de diciembre. Supieron que Horacio Cartes seguía siendo el patrón. 

Ahora vemos que Marito no muestra la entidad que se requiere para ejercer con suficiencia y autonomía el cargo de presidente de la República. Por debilidad o por negligencia es capaz de sacrificar la voluntad del pueblo. 

Efraín se enfrenta, por su parte, en la búsqueda por hacer respetar el mandato que recibió abrumadoramente de sus correligionarios el 17 de diciembre, el total vaciamiento filosófico y moral de buena parte de los legisladores liberales, por lo que Emilia Alfaro y Robert Acevedo creen que también ellos pueden desconocer el mandato electoral recibido. 

Efraín debe mostrar que puede defender ese mandato con mayor energía que Marito, sin condescender con los cómplices de Cartes.

aenriquejvpw@gmail.com

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