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Son preguntas que no admiten respuestas fáciles y creíbles. Desde que se inventaron las excusas, siempre hay explicaciones para cualquier problema. Los culpables habitualmente son quienes hace mucho tiempo debieron hacer esto o lo otro pero no lo hicieron. La pelota tata nunca es tomada responsablemente por nadie. Y esto no ocurre solo en Asunción: en Lambaré, en Luque, en Fernando de la Mora y en San Lorenzo escuchamos los mismos plagueos de peatones y conductores.
Los funcionarios técnicos, con cara de preocupados, señalan que, en general todos los caños del sistema de desagüe pluvial y cloacal están fisurados o rotos porque su vida útil venció hace décadas y nunca fueron renovados. La Essap afirma que necesita centenares de millones de dólares para cambiar toda la red de conexiones subterráneas y que con las tarifas actuales recaudar tales montos es imposible.
Los constructores viales argumentan que el asfaltado de las principales calles y avenidas también tiene la vida útil vencida hace añares y por eso los pequeños recapados y los aislados bacheos duran solo pocas semanas, hasta la siguiente lluvia intensa que resucita a los cráteres.
En la ejecución de las reparaciones de las calles también hay bastante desorden y desprolijidad. Por ejemplo, en la avenida Félix Bogado, donde la cruza el arroyo Ferreira, se reparan las dos manos al mismo tiempo y eso obliga a unos desvíos caóticos por calles en mal estado.
Si creemos en la buena fe de los funcionarios comunales y que sus explicaciones técnicas son razonables, entonces estamos perdidos. ¡No tenemos otra opción que ponernos histéricos cada día al tratar de evitar los baches mayores, caer inevitablemente en los menores y ser testigos impotentes de cómo nuestro vehículo se va destartalando, ¡otra vez!, rumbo al taller!
Entre el Gobierno central y los municipios en estos días nos están tirando un hueso para roerlo como podamos: ahora hay que aguantar esta deplorable situación pero en aproximadamente un año las cosas van a mejorar sensiblemente. Los nuevos viaductos, los caños cambiados y los asfaltos renovados ahora sí serán duraderos y de buena calidad. ¿Debemos tragarnos esta pildorita y esperar que, como el alprazolán, nos haga dormir un rato? ¿La solución es sufrir ahora y gozar después?
“No hay de otra”, he’i oñe’ê vaíva. Esta es la ciudad en la que vivimos y estas son las calles que debemos transitar, nos guste o no. Menos mal que el plagueo es gratis, que la esperanza jamás se marchita y que, al menos, los dueños de los talleres mecánicos están contentos.
ilde@abc.com.py