Caín, ¿dónde está tu hermano?

Un solo disparo. Llegó por atrás y acabó con la vida del comisario Rufino Acosta, el número dos de Antisecuestro de la Policía Nacional. El policía era querido y respetado por sus pares y por los Fiscales que trabajaban usualmente con él.

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El disparo llegó a traición, como a traición matan algunos policías a sus camaradas al vender información a los delincuentes. Estos traidores no empuñan el arma ni aprietan el gatillo pero son más asesinos que los criminales que les pagan. Nos recuerdan el paseo bíblico de Caín y Abel: “Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató. Yahvé dijo a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel? Contestó: No sé. ¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?”

Dicen que los cinco delincuentes cuya ubicación habían identificado, abrieron fuego apenas vieron a los muchachos. ¿Cómo sabían que eran policías? ¿Los estaban esperando? ¿Adivinaron? ¿Quién les avisó?

El día que el fiscal antidrogas Marcelo Pecci detalló cómo tuvieron que hacer un allanamiento en Salto del Guairá, una oleada de rabia y vergüenza nos invadió. Usaron sus vehículos particulares, fueron por separado, simularon que iban de paseo. Les había pasado anteriormente que un retén policial los había demorado y cuando llegaron al destino final de la investigación... ya los estaban esperando.

Por si hicieran falta, justamente en esos allanamientos aparecieron las pruebas. Los intervinientes encontraron un cuaderno de anotaciones donde constaban pagos a policías, personal de fiscalía, de antinarcóticos, efectivos de la Marina y de la SENAD. Entre 2 y 5 millones de guaraníes en cada entrega de dinero.

O sea, por 2 a 5 millones de guaraníes traicionan al país pero mucho más a sus camaradas. Los entregan. Los venden. Si alguien delató al equipo de policías, ¿por cuánto vendieron la vida del comisario Rufino?

El actual Ministro del Interior y el Comandante de la Policía Nacional tienen un desafío con el que nadie aún pudo: El de lavar la cara a la institución y devolverle la decencia. La intolerable corruptela en las filas policiales ya no es solo el fracaso de operativos sino la vida de sus hombres. “Asuntos internos”, como se llama el departamento que investiga conductas impropias de los policías, debiera ser una unidad de élite. Con hombres y mujeres íntegros, bien pagados y con más experiencia aún en investigaciones que aquellos policías de unidades especiales.

El ministro del interior decía que no tiene mucho rubro para hacer buenos pagos a esta unidad. Le dijimos que Itaipú y Yacyretá andan repartiendo dinero, quizá se podrían poner en la fila. Y aunque el Ministro nos dijo que ese dinero no puede usarse en salarios, se supo el año pasado que de los fondos de Yacyretá sale el salario de una funcionaria del despacho de la Primera Dama.

De una vez por todas: Si no podemos garantizar policías decentes y profesionales, la primera batalla contra la inseguridad está perdida. Irremediablemente perdida.

mabel@abc.com.py

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