Chapuzas

Una larga cola de vehículos, propia de esas películas en las que una marea de automóviles, camiones, motos y ómnibus –y cada tanto algún carrito tirado por caballos– se mueven a paso de tortuga. Enormes baches cubiertos de charcos en los que se precipitan las ruedas propinando golpazos a los usuarios y bañando a los peatones. Nubes de mosquitos que ingresan por las ventanillas. Tedio. Nerviosismo. Calor húmedo. Sopor de mediodía.

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Son los ingredientes que conforman el suplicio diario de los usuarios de la avenida Artigas, uno de los accesos más importantes al centro de Asunción, desde que la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap) inició los trabajos de Rehabilitación del Sistema de Alcantarillado Sanitario a través del Consorcio Asupar, representado por Francisco Maioli.

A los obreros muy poco se los ve y los fines de semana solo las moscas revolotean en el sitio de los trabajos. No hay obra que avance ni concluya bien y pronto en estas condiciones.

La precariedad con que se realizan trabajos de envergadura habla bien poco o nada de encarar con seriedad una obra pública y solo demuestra una gran chapucería. Más aún cuando de separador de carriles hacen unos tambores abollados y despintados. Como protectores de los boquetes abiertos se usan mallas rotosas. Con el agravante de que por la noche se vuelven todo un peligro, pues prácticamente no se los ve.

Para decoración nunca faltan carteles con las leyendas “hombres trabajando” o “zona de obras”.

En otros países las obras públicas se realizan como debe ser, de la forma más ordenada y pulcra. Se trabaja de día y noche, e inclusive los fines de semana y domingos para apurar la rehabilitación de una avenida importante. Por demás, se establecen buenas alternativas de circulación con señales luminosas y todos los recaudos necesarios.

Atravesar el nudo de la Avda. Artigas y General Santos lleva 60 minutos en horas pico y un poquito menos en el resto de la jornada. El tedio en el tránsito influye negativamente en los trabajadores, tanto para quienes se dirigen a sus puestos laborales como para quienes están regresando a sus casas para descansar.

Esto todo el mundo lo sabe, menos las autoridades municipales y los responsables de las empresas públicas y contratistas.

No es posible que en la capital de la República se siga trabajando como se haría en el más remoto pueblo del interior y con albañiles de media cuchara.

Las instituciones públicas y empresas de servicios debieran tener mayor cuidado y esmero en la ejecución de los emprendimientos. Ya dice el refrán, “obras son amores y no buenas razones”.

Los ciudadanos de Asunción y los visitantes merecen respeto de parte de las autoridades y de quienes causen perturbaciones en la vía pública, aunque los fines sean los más nobles y beneficiosos para la ciudad. Por lo menos, deberían pedir disculpas por las molestias y la indignación ocasionadas.

pgomez@abc.com.py

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