¿Cómo solventar la ineficiencia de la ANDE? ¡Subiendo la tarifa!

La ANDE ha presentado por segunda vez su estudio tarifario al Equipo Económico Nacional (EEN), conformado por técnicos de Hacienda, Banco Central y la Secretaría de Planificación. El objetivo del estudio fue el de justificar la necesidad de un aumento de la tarifa eléctrica. El propósito de este artículo es el de exponer que este aumento de la tarifa sería exclusivamente para seguir solventando la ineficiencia y la desidia del monopolio estatal. La decisión del EEN de rechazar la propuesta de la ANDE no solo fue lógica y acertada desde el punto de vista técnico-económico; sino correctamente moral desde el punto de vista ético.

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La demanda de consumo de energía eléctrica en el Paraguay ha aumentado rápidamente en los últimos años y consigo la inmensa necesidad de inversiones en infraestructura que acompañen a este acelerado crecimiento. En un último estudio de planificación de la ANDE, los técnicos identificaron la necesidad de inversión en infraestructura, tanto en el área de transmisión como distribución de energía eléctrica, por un valor total de US$ 5.000 millones para los próximos 10 años; esto significa una ejecución de proyectos de US$ 500 millones/año en promedio. La ANDE solo tiene asegurados los US$ 300 millones de los bonos soberanos emitidos en el 2013 y 2014, y además cuenta con sus fondos propios, cerca de US$ 90 millones anuales; el resto lo debe prestar de organismos multilaterales tales como el Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo (BID), CAF y Bancos Europeos. El problema de la ANDE es que –debido a sus pérdidas económicas– su rentabilidad ha ido disminuyendo rápidamente en los últimos 13 años, del 8% en el 2002 a cerca del 4% en el 2014; y es justamente este índice de rentabilidad el principal factor que determina la capacidad de ANDE de endeudarse y obtener nuevos préstamos de los bancos.

¿Qué pasó cuando los ejecutivos de ANDE pidieron nuevas líneas de crédito al BID? El BID cuestionó la baja rentabilidad de la ANDE y sugirió contratar una empresa consultora externa con fondos de préstamos del BID para analizar la “problemática de la rentabilidad”. Esta prestigiosa consultora concluyó y recomendó el incremento de la tarifa. Es aquí donde todos los ciudadanos debemos notar la complicidad tanto del BID, como de la firma consultora y de los técnicos de la ANDE, en esconder los hechos y manipular la información, en un pobre y fallido intento de falsificar la realidad del monopolio estatal.

El BID ha dado amplias líneas de crédito a la ANDE a lo largo de su historia sin exigir ninguna mejora en el gasto de los fondos, la eficiencia de la ejecución de los recursos, la reducción de pérdidas técnicas y no técnicas (robo), y sin duda el BID se ha negado a ver los escandalosos hechos de corrupción que coronan la historia de la ANDE.

En esta ocasión, una vez más se nota el inmenso desinterés del BID de, a través de su gestión, ser una herramienta de desarrollo para un país pobre como el Paraguay; muy por el contrario, el BID ha sugerido contratar una consultora extranjera, no para analizar en profundidad las razones reales en que la desidia, ineficiencia y corrupción han generado la caída de la rentabilidad de la ANDE del 8% al 4% en la última década, sino para ayudarle al ente a justificar un aumento innecesario de la tarifa eléctrica y así poder seguir solventando el ineficiente monopolio estatal. Esta sugerencia fue muy bien aceptada por la actual administración de la ANDE; puesto que es más fácil, mucho más fácil, subir la tarifa eléctrica en detrimento de toda la población que realizar profundos cambios administrativos para una operación más efectiva de la obsoleta estatal.

No es raro que el BID y los otros supuestos organismos de “desarrollo” sean los primeros en ofrecer créditos blandos a empresas estatales ineficientes; esto es lógico puesto que la ANDE no puede quebrar, no porque tenga recursos ilimitados, sino porque el Estado es la garantía, ergo, somos nosotros los ciudadanos los que garantizamos los créditos; la garantía son los impuestos que pagamos con el esfuerzo del trabajo individual. Lo triste de la historia es la total ausencia de ética y moral de los técnicos de la ANDE, en complicidad con el BID y sus consultores, quienes intentan justificar lo injustificable, distorsionando y manipulando la realidad y sus hechos concretos. La justificativa de que “la ANDE no tiene recursos necesarios para invertir en el refuerzo del sistema porque que la tarifa no cambió en los últimos 13 años” no solo es endeble, como lo mencionaba el Ing. Samaniego días atrás (ABC 21-06-2015), sino ¡es deshonesta! Estos ingenieros y técnicos han olvidado el rigor, la frialdad y la lógica del proceso científico y lo han sustituido por el fenómeno de la racionalización, para así ocultar y falsear la realidad.

Es preciso mencionar lo siguiente: La ANDE compra energía de Itaipú y Yacyretá a 27 US$/MWh en promedio y la vende a los usuarios a un precio de 80 US$/MWh. Aún considerando los costos de transmisión y distribución, bajo cualquier evaluación comercial, uno diría que la ANDE tiene un negocio extremadamente lucrativo con una demanda prácticamente inflexible y virtualmente sin competencia alguna. Entonces uno se pregunta, ¿cómo puede ser que la ANDE tenga una rentabilidad tan baja?

Algunas de las razones son las siguientes:

Pérdidas Económicas Anuales. Según el cálculo realizado por el laureado economista Jeffrey Sachs, la ANDE pierde anualmente más de US$ 260 millones. Esto significa que en el periodo 2013-2014 el Estado destinó US$ 300 millones de la emisión de Bonos Soberanos para invertir en el sistema eléctrico; en ese mismo periodo de dos años la ANDE perdió más de US$ 500 millones; y, a lo largo de la última década la ANDE ha perdido casi US$ 2.000 millones (la mitad de nuestra deuda externa). Los ciudadanos quizás se preguntan ¿¡qué clase de locura es esta!? ¡Esta es la ANDE! Estas pérdidas económicas se dan en muchas formas: pérdidas negras (robo de energía), pérdidas técnicas (por tener un sistema inadecuado, equipos viejos, falta de refuerzos, etc.) y pérdidas administrativas en términos de falta de cobro, ya sea por morosidad, desidia o inoperancia del monopolio. Según el informe de Sachs, la ANDE solo le cobra al 70% de sus usuarios. La mayoría de las oficinas del Estado no pagan por la energía utilizada; también están aquellos usuarios privilegiados, políticos, amigos de políticos, las seccionales de los partidos y los famosos asentamientos campesinos, muchos de ellos invasores que tienen servicio de energía eléctrica en propiedades invadidas.

Todas las pérdidas económicas identificadas por Sachs no incluyen las Pérdidas Económicas por Corrupción (ej. compra de equipos sobrefacturados), las pérdidas económicas por burocracia (ej. la ANDE tiene largos y costosos procesos licitatorios que tardan entre meses y hasta años en adjudicarse). El estudio de Sachs tampoco detalla el alto costo económico del exceso de personal que tiene la ANDE; solo en los últimos años se incrementó la cantidad de funcionarios a más del doble (de 2.000 funcionarios a 4.500). Este exceso de funcionarios tiene un doble costo para la ANDE: 1) en los excesivos gastos en salarios y remuneraciones; y, 2) en que los funcionarios de ANDE solo pagan el 50% del costo de la energía, ¡una tarifa bien privilegiada y bien fuera de la ley! Resulta interesante reconocer cómo a los representantes del BID en Paraguay, junto con los consultores externos pagados por la ANDE con dinero prestado del BID y en complicidad con los técnicos nacionales de la ANDE, se les ha pasado por alto el informe de Sachs basado en la contabilidad y los registros de la ANDE en donde se determinan las inmensas pérdidas económicas.

Lo más simpático y quizás patético del caso es que todos estos “técnicos” tampoco recuerdan que 13 años atrás, cuando se fijó la tarifa de energía por última vez, la tasa de cambio dólar-guaraní era de G. 7.000/US$. La ANDE no tiene justificativo económico, administrativo, financiero y mucho menos MORAL, para decir que no le alcanzan los recursos, cuando esta empresa ha derrochado dinero en ineficiencia, inoperancia, desidia y corrupción a lo largo de los últimos 13 años.

(*) Ingeniero eléctrico en Temple University, EE.UU., y Master en Ingeniería en Sistemas de Potencia en Florida International University, EE.UU. Actualmente, consultor del área de Planificación Energética.

ncristaldo@abc.com.py

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