Concentración de medios vs. libertad de expresión

Hace unas semanas, en el diario La Nación se publicó que la primera fuente de información de los paraguayos son los canales de televisión. También en países como EE.UU, según otras encuestas, la TV lleva la delantera. ¿Pero qué tipo de informaciones difunden los canales de televisión locales? ¿Son noticias útiles sobre la realidad social, económica y política del país, o solo exhiben la miseria humana?

Cargando...

En las redes sociales se leen a diario ácidos comentarios sobre los temas abordados en algunos noticieros. Los más criticados son el 9 y el 5. El primero lidera el rating desde hace tiempo, de acuerdo con las mediciones. Ambos canales pertenecen a Ángel Remigio González González, un mexicano nacionalizado estadounidense, más conocido como “El Fantasma”, porque no concede entrevistas ni hace vida social. El noticiero resalta el morbo. Accidentes, peleas entre los integrantes de una familia y los vecinos de un barrio ocupan todo el espacio.

Si las riñas de barrios y las crónicas sangrientas acaparan, es porque la audiencia exige.

Si la grilla de programaciones de los canales de televisión se llenan de novelas o programas en los que los invitados se reparten golpes y patadas, es por el rating, porque detrás vienen las pautas publicitarias. En pocas palabras, son las masas las que delinean el contenido de los canales de TV.

El abordaje de temas banales desvía la atención de los temas importantes que ocurren a nivel gubernamental, según los críticos.

Cuando González González comenzó a adquirir radios y canales de televisión en toda América, en Paraguay el 9 y 5, la Secretaría Interamericana de Prensa (SIP) advirtió en su informe de 2009 sobre el peligro que representa para la libertad de expresión la concentración de medios. La SIP fue durísima contra de “El Fantasma”. Decía que en los nueve países donde opera siempre se puso del lado del gobierno de turno independientemente de su orientación política y aplaudió sus compañas contra las organizaciones periodísticas independientes.

En estos días, el titular de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), Eduardo Neri González Martínez, habló del plan de regular contenido de radios y TV, fijando porcentajes de emisión de programas nacionales, extranjeros y el horario de protección al menor. Tampoco esto garantiza la calidad de programas. Claro está que un reglamento no podrá exigir que todos los programas producidos sean culturales, periodísticos o de entrenamiento.

Se escucharon diferentes posturas a favor y en contra del plan. Mientras para un grupo atentaría contra la libertad de expresión, para otro beneficiará a la sociedad porque abrirá más fuentes de trabajo dado que para la producción de nuevos programas se deberán contratar empleados.

Es muy diferente poner el casete de “Laura en América” o la “Doctora Polo” que emitir programas nacionales, como “Vive la vida” (canal 4), “Señales” (canal 11) o “Algo Anda Mal” (13), por ejemplo.

Pero el problema más grave de los canales de TV abierta en nuestro país no es precisamente la programación, sino su concentración en manos de pocos. El grupo de Antonio Vierci explota los canales 4 y 11, y Ángel Remigio González González el 9 y el 5.

Nuestra Constitución, si bien rechaza el monopolio, no habla del oligopolio ni acaparamiento en el caso de los medios de comunicación.

En mi opinión, la aglutinación de medios en manos de unos pocos es dañina, porque afecta no solo a la libertad de expresión y la democracia, sino también al pluralismo informativo y a la fuente de trabajo.

Por ejemplo, canal 11, que operó desde el 2008, dejó de emitir en 2011 los noticieros de la siesta y de la noche. Con ello, además de cerrarse una fuente de información para los ciudadanos, dejó desempleados a periodistas, técnicos y camarógrafos. Pero de esta situación es responsable la propia Conatel a causa de los administradores corruptos de turno que concedieron licencias, sin licitación y sin investigar a los oferentes que estaban vinculados a Vierci y González González.

Para sortear el reglamento de la televisión que prohíbe ceder más de una frecuencia a una misma persona o grupo económico, ambos utilizaron prestanombres. La adjudicación del canal 5 a González González es más grave aún, dado que el referido reglamento de TV no permite otorgar frecuencia a extranjeros.

En conclusión, el acaparamiento de medios conspira contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho a la información de los ciudadanos. Esto lo dice la declaración de principios de la OEA en su artículo 12.

Sin embargo, una ley o un reglamento que paute el contenido de programas también pondría en peligro la libertad de expresión, porque dejará al arbitrio de los políticos de turno una herramienta que bien puede ser aprovechada para coartarla o soterrarla.

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...