Condonar en vez de condenar

Nunca entendí la falta de castigo ante las barbaridades que se cometen en este país. En el Paraguay, en vez de condenar, lo que se hace es condonar y ya es realmente vergonzosa la manera que las instituciones toman las providencias para sancionar cualquier incorrección cometida. A medida que la falla es más grave, el fallo es más leve. Es una cosa de locos.

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La fatalidad que nos asiste parece que se hizo costumbre y ya nada de lo incorrecto nos incomoda y hasta debemos disimular que todo lo sucio y rancio corre mansamente por un cauce cristalino y normal. Las atrocidades que continúan sirven para que este Paraguay siga atestado de corruptos, indecorosos, insolentes, bucaneros y para que siga manteniendo su particular marca registrada de país en joda.

En materia de salud, las realidades que enferman siguen sanamente. La gente con título en enfermería puede conseguir su licenciatura en tiempo equivalente a una toma de presión arterial y un posgrado en menos tiempo de lo que dura la aplicación de un pomo se suero intravenosa.

Jueces y fiscales son nombrados por obra y desgracia de la dedocracia partidaria. Sus groseros certificados de estudios, en contubernio con la coimera gestión, avalan la podrida y mediocridad jurídica. La alianza con algún padrino de turno vale mucho más que la capacidad, la integridad y la excelencia. En Villarrica ya expulsaron a uno después de cometer fechorías a granel y ahora son apenas dos los enjuiciados.

Los cambios de gobierno nada aportaron en materia de educación. Muchos educadores y postulantes a cargos relevantes siguen con el cerebro sumergido en alguna laguna contaminada de insuficiencia y vulgaridad. Los resultados que arrojan las pruebas de los “educadores” solo sirven para refrendar la incapacidad y acreditar que muchos nombramientos ocurren según el viento político que sopla y en pura sintonía con las banderas partidarias que flamean en el momento.

Lo mismo ocurre con las becas estatales para el sector educativo. Están más direccionadas que los vuelos de los transbordadores espaciales y el único destino siempre consiste en aterrizar mansamente junto a los bolsillos de los hijos de los correligionarios de turno.

Los casos de la niñera de oro, los coquitos de un exministro y de los caseros de un diputado son insignificancias ante la falta de esclarecimiento y castigo con aquel megaasalto ocurrido en el aeropuerto capitalino, el desfalco fabuloso a un móvil de caudales y el dinero que llevaron los muchachos de una caja de jubilados de una binacional. Parece que en este país, de todas las cosas que dicen tener un rumbo, toman el atajo del oparei.

Los corruptos miembros del cuadro policial son sencillamente reubicados en comisarías diferentes cuando son pillados con la mano en la masa. Lo mismo ocurre con los fiscales ambientales que hasta suelen relamerse cuando son trasladados a otro mejor ambiente y con excelente cobertura boscosa como los parques nacionales.

En los puestos fronterizos el contrabando cada vez goza de mejor salud al igual que los coimeros empleados aduaneros. Nada ven. Lo mismo ocurrió con los lujosos automóviles ingresados ilícitamente y egresados al instante con chapa y título.

Por un caso de venta de notas en la Universidad Católica de la capital fueron expulsados todos los alumnos involucrados y los empleados que se prestaron a la joda. ¿Será que el rector Michel Gibaud no querrá ir a trabajar un rato para el Gobierno Nacional y limpiar la tanta inoperancia, la monumental roña y la gran cantidad de inútiles y sinvergüenzas que tiene el Paraguay. Ya es hora de condenar y no condonar en este país…

caio.scavone@abc.com.py

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