Consuma lo que el país produce

Somos nomás evidentemente muy especiales los paraguayos. Este país vive, desde que lo descubrieron, de lo que su campiña produce. Hoy sigue sobreviviendo de lo mismo. Si calculamos ligera y alegremente el motivo de nuestra existencia nos topetamos con que los ingresos provienen de la carne y derivados, de los commodities como la soja, el maíz, el trigo, el arroz y de la lucrativa marihuana que produce mucho dinero, excelentes narcotraficantes y buen negocio para los que venden armas, asistencia policial, aviones y servicios mortuorios.

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El Ministerio de Agricultura y Ganadería tiene un presupuesto de un poco más de 400.000 millones de guaraníes. El de Defensa Nacional cuenta con un presupuesto de más de 1,5 billones de guaraníes con el casi 80 % destinado para el sueldo a la perrada uniformada. La diferencia es abismal o animal. No se puede negar que la defensa sea importante, pero el alimento es vital para el cuerpo humano.

Y hablando de alimento, existen rubros para manducar y saciar la hambruna del Paraguay. Producimos más de 9 millones de toneladas de soja y para que se consuma debe sufrir el camuflaje y presentarse como una hamburguesa, un queso o denominarle simplemente leche. La leguminosa ya tiene sus añitos y se la consume desde unos dos mil años antes de Cristo. Así como sirve para la alimentación humana, es útil para la industria, la ganadería, el comercio.

La Capeco y su programa de Responsabilidad Social nutre a 742 familias y a unos 221 escolares de Zeballos Cue, Limpio y el barrio Santa Ana de la capital con la leche de soja. La proteína (43 %) de 1 kilo se soja equivale a 2 kilos de carne vacuna, a 1,5 kilos de queso y 12 litros de leche de ganado vacuno, a 2 kilos de poroto y a 5 docenas de huevos. De más está decir su aporte en minerales como el calcio, hierro, fósforo y su cabal valor vitamínico. Su leche, su tortilla, su ensalada, sus brotes tiernos, sus croquetas, su harina, su queso, sus hamburguesas, sus masitas, su torta, sus galletitas, sus mantecados y otros preparados dulces, su pizza, su chipa, su panqueque, sus empanadas, su guiso y el “café” de soja equivalen a letra muerta para este sonso y hambreado pueblo del Paraguay.

El sésamo está en la misma lista de espera sojera. Este pequeño grano tiene una enorme cantidad de proteína (20 %), sus ácidos grasos insaturados son esenciales y necesarios por el omega 3 y 6 que tiene para un buen sistema cardiovascular. Su fibra se especializa en la entrega de un cepillado a las tripas para el excelente y saludable tránsito intestinal. Los minerales tan obligatorios como el fósforo, el zinc, el magnesio y la enorme cantidad de calcio hacen del sésamo en su imperioso consumo.

Sus ricas vitaminas del grupo B sirven para el buen funcionamiento del corazón, la piel, los tejidos y los músculos. Es gran antioxidante, combate los malignos radicales libres, fortalece nuestro sistema de defensa y este milenario grano bíblico también atenúa los embates de la diabetes y la osteoporosis. Es especial para los niños, jóvenes, embarazadas, para la post menopausia y lucha contra los cuadros depresivos.

La chía completa el terceto incomible del Paraguay. El nombre es de origen maya y significa fuerza. Los mayas y aztecas lo consumieron durante siglos por la gran cantidad de minerales, ácidos grasos, vitaminas, omega 3, fibras y antioxidantes para deportistas, fumadores y personas de cualquier edad. Tiene más potasio que la banana, controla el hambre, ayuda a bajar de peso y no contiene gluten.

El no consumo de este formidable trío de alimentos consolida el atraso, la mediocridad y la ignorancia que seguirán adornando al atrasado y hambreado Paraguay...

caio.scavone@abc.com.py

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