Cuando los santos vienen marchando

Alguna vez ya mencioné este tema de excusarse que el ser humano utiliza bastante para arrancarse de encima los yerros y deslices que tiene o comete. Comúnmente la excusa es conocida en el Paraguay como pretexto. Y le cae muy bien al paraguayo esta denominación de pretexto pues, antes de leer un texto, ya tiene el motivo para argumentar y disculparse de todas las obligaciones jamás cumplidas. El pretexto existe siempre, tanto como la falta de textos y, ni qué decir, las ganas de leerlos. El “arandu ka’aty” prevalece y no necesita leer ningún texto para tirar miles de pretextos.

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Este país debe ser el rey de las excusas. Yo por lo menos no conozco otro ser humano que tanto y tontamente se rebusque para autoliberarse de sus omisiones e independizarse hasta de sus mínimas responsabilidades. La culpa siempre recae sobre otro y el “apoyo razonable” que encuentra e inventa siempre descansa sobre otras culpabilidades.

El “excusómetro paraguayo” sigue tan vigente. Está cada vez más moderno y reinante que hoy ya se argumenta sobre la “falta de sistema” en la computadora, en las señales de los celulares que justo caen en el momento clave y en el pronóstico meteorológico adelantado que anuncian cambios climáticos para la próxima semana.

Las obsoletas excusas tienen igualmente la validez, eficacia y vigencia de siempre. Jamás fue extinguido el pretexto que tiene el factor climático en el Paraguay. La lluvia, la sequía, el viento (sobre todo si sopla del cuadrante sur), el calor y el frío son impedimentos infalibles que se utilizan para deslindar responsabilidades. Las excusas quirúrgicas siguen y si el abuelo será intervenido irrumpe al quirófano hasta la cuarta generación. Si el desenlace cae penoso, la liberación excusable se prolonga y “el no al trabajo” va hasta el fin del novenario, que suele abarcar mucho más que los nueve días.

Las muchas disculpas suelen tener sustento no solo en el estado de los caminos sino de los caninos que tiene la población paraguaya. El dolor de muelas y las extracciones ocupan sitios preferenciales para dar libertad a la irresponsabilidad y excusa criolla.

Y sigue la larga fila de firmantes paraguayos que apuestan y apoyan al “excusómetro”, los encuentros de fútbol coperos, sudamericanos y eliminatorios son momentos imperdibles que hacen perder la paciencia y el dinero a los patrones. Los feriados, sin ton ni son, son ociosos días y sumamente apoyados por toda la caterva de haraganes, desocupados, alcahuetes y al cohete que tiene este país.

Las festividades religiosas no faltan en este cristiano y excusable país. Ayer fue día de San Agustín, el teólogo, filósofo africano, docto, inteligente y máximo pensador de la Iglesia Católica. Falleció en Argelia el 28 de agosto del año 430 d. C. Tenía 76 años.

Hoy es día de San Juan, el Bautista, considerado como el precursor de Jesucristo y uno de los pocos que predicó en el desierto. Decapitado por orden de Herodes Antipas el 29 de agosto del año 28 d.C. Tenía apenas 33 años.

Le sigue mañana el día de Isabel Flores de Oliva, conocida como la Santa Rosa de Lima, nacida el 30 de agosto de 1586 en Lima, Perú, para constituirse en la primera santa de América y patrona de Lima y de la Policía. Si se trabaja en su día, la tormenta de Santa Rosa habrá de destechar la casa. Si eso no ocurre, la catástrofe hogareña puede quedar a cargo de la gran cantidad de corruptos que tiene la Policía Nacional.

El combo religioso y “feriado” de agosto finaliza con la festividad de San Ramón Nonato, fallecido el 31 de agosto del año 1240 y si alguien tiene la osadía de trabajar ese día, todo el componente femenino de la casa corre con el riesgo de quedar estéril para siempre.

El paraguayo maneja el “excusómetro” y tiene una hipocondría prematura y el pretexto infalible cuando te dice: “parece katu que me quiero engripar hína...”.

caio.scavone@abc.com.py

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