Cultura y futuro del Paraguay

Desde su origen como nación, Paraguay es un país pluricultural. Son muchas las culturas nativas, invasoras y derivadas, que actualmente están vigentes en el polícromo y polifacético pueblo paraguayo.

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Este pluralismo cultural local se encuentra asediado por un pluralismo mayor de culturas foráneas, que se adentran en nuestra tierra, unas encarnadas en los inmigrantes de diversas regiones y países y otras procedentes de todos los rincones del mundo, infiltradas fácil y aceleradamente por la penetración digital de computadoras, celulares inteligentes y otras tecnologías de información y comunicación, que superan fronteras y se cuelan sin pasaportes para instalarse en nuestros hogares. De pronto el pluralismo cultural se hizo ilimitado. Y para consolidarse se nutre de nuevas cosmovisiones y modos de entender lo existente y a nosotros mismos desde las innovaciones constantes de las ciencias y las tecnologías que generan otras nuevas culturas.

La cultura es aglutinante esencial de la identidad de un pueblo. Los valores, tradiciones, costumbres, lengua, conocimientos, normas jurídicas, símbolos, etc., al ser comunes en los habitantes de un pueblo, constituyen su cultura y fundamentan el sentimiento de pertenencia y vinculación entre ellos.

¿Cuál es la suerte, el presente y el futuro de nuestras culturas paraguayas? ¿Tiene sentido perder las culturas propias? ¿Qué pasa si un pueblo pierde su cultura? ¿Deja de existir como pueblo impar y originario?

Nunca ha sido tan necesario reflexionar sobre el conocimiento profundo de las culturas paraguayas, su situación de acosos, desafíos, tensiones, posibilidades y debilidades para mantenerse y desarrollarse. Ahora más que nunca es necesario identificar el ser y el estado, la filosofía de las culturas paraguayas.

La Secretaría Nacional de Cultura no puede contentarse con animar, apoyar promover manifestaciones, actividades e industrias culturales cuando estamos viviendo el pluralismo cultural local de las diversas culturas oriundas de nuestra nación en un mundo globalizado.

A esta inquietante situación se añaden los desafíos de las nuevas culturas surgidas por la revolución acelerada de las ciencias y tecnologías, con exponentes tan gravitantes como la nueva cultura digital y desde el punto de vista de las culturas sociales las nuevas culturas de y sobre las mujeres, junto con las nuevas culturas infantiles y juveniles.

La gran aliada de la cultura es la educación; en primer lugar la educación familiar, en segundo lugar la educación formal escolar y superior, y en tercer lugar (aunque en nuestro país no está desarrollada, ni siquiera planificada) la educación municipal. Los niños son introducidos en la cultura de la comunidad y desde ella en las culturas plurales de sus diversos entornos, por medio de la educación que reciben de la familia, las comunidades vecinales y las instituciones educativas. Por eso filosofar sobre la cultura es concomitante con filosofar sobre la educación.

La Secretaría Nacional de Cultura no debe trabajar aislada como ente autónomo, tiene que trabajar en interacción sistémica con el MEC, el Conec, los municipios, las universidades e institutos superiores. No puede olvidar que cualquier investigación y promoción de las culturas requiere tratamiento interdisciplinar donde cooperan necesariamente la antropología, la sociología, la filosofía, la ética, la psicología cultural y social, la neurología, la pedagogía, etc. Necesitamos una Secretaría Nacional de Cultura que sea mucho más, cuantitativa y cualitativamente, que una ONG grande bien financiada, sobre todo teniendo en cuenta que colectivamente nuestra cultura sobre la cultura es tan pobre que prácticamente no existe, ni siquiera entre nuestros universitarios.

¿Dónde está nuestra cultura universitaria? ¿Cuántos propietarios, rectores, directores, decanos, profesores, estudiantes de universidades e institutos superiores tienen cultura superior y universitaria? ¿Existirían grotescas “universidades garajes” e irresponsable multiplicación de filiales si hubiera cultura universitaria en todos los universitarios y legisladores que las crean? Los conflictos universitarios no son por defender diferentes opiniones científicas, filosóficas, históricas, económicas, artísticas, sociológicas, sino por aspiraciones de poder institucional, político-partidario o ideológico, por corrupción y apropiación indebida de fondos del Estado. El nivel de in-cultura es tal que dinero destinado a investigación para profesores investigadores se reparte en sueldos camuflados para operadores políticos o pago a incondicionales.

La ignorancia, la alienación, la invasión y el empobrecimiento culturales, junto a la corrupción amenazan severamente el futuro de nuestro país. Hay trabajo para la Secretaría Nacional de Cultura.

jmonterotirado@gmail.com

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