Demoliendo el pasado

La Municipalidad de Asunción ya se está pasando de la raya con las demoliciones y los atentados contra el patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad.

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A diario, en varias partes de la Capital, viviendas de valor histórico, patrimonial o ambiental desaparecen de la noche a la mañana. Y lo peor es que cuentan con el “permiso” otorgado por la Comuna. Estas resoluciones de discutida legalidad ignoran a la autoridad de aplicación que es la Secretaría Nacional de Cultura, que tampoco unifica sus criterios de intervención en los casos.

Los concejales –salvo excepciones contadas por los dedos– tienen una gran cuota de responsabilidad, pues cuando se trata del Centro Histórico impusieron la moda de simplemente “excluir del catálogo” construcciones que son objeto de protección de las ordenanzas y la ley, según la cara del cliente.

Varios ediles se han convertido en los principales gestores de quienes quieren demoler una casa de valor histórico. Ellos son los mejores lobbistas y principales actores de presión sobre las dependencias del Ejecutivo para otorgar los polémicos permisos. Presionan y chantajean.

Se podría enumerar una ristra de casas patrimoniales derribadas con la venia de la anterior administración de Arnaldo Samaniego y la actual de Mario Ferreiro. Huelgan los ejemplos, solo por citar algunas: la casa de estilo plateresco español ubicada en España y Perú, de donde se retiró la placa recordatoria de la fundación del Club Cerro Porteño en 1912; las primeras viviendas del tipo duplex de principios del siglo XX sobre la calle Humaitá; la demolición en diagonal al Palacio de López para la construcción de una torre de varios pisos; el derribo de casi toda la antigua sede de la Municipalidad de Asunción sobre Palma donde solo queda la fachada. Y la lista continúa...

El caso más grosero que motivó la ira ciudadana evidenciada en las redes sociales fue la demolición de la última quinta colonial ubicada sobre Aviadores del Chaco, más conocida como la excasa de Ñata Legal. Esta vivienda de adobe construida hacia 1890, que habría pertenecido a un general que combatió en la Guerra contra la Triple Alianza y luego a un exdirectivo de la Liebig’s, formaba parte de la propiedad de donde corrió el dictador Alfredo Stroessner durante el golpe del 89.

Su valor también era paisajístico pues se hallaba en la parte alta de una colina anteriormente rodeada de manantiales, pero hoy franqueada por elevadas torres. Se la podría haber mantenido como un ícono para las generaciones futuras de lo que alguna vez fue la ciudad colonial de las quintas ubicadas en las afueras. El contraste con el nuevo Eje Corporativo de la avenida Aviadores del Chaco, de por sí ameritaba conservarla. Era una muestra palpable del paso del tiempo y el avance de las construcciones. Representaba la evolución misma de la ciudad y un eslabón entre el pasado y el futuro.

Por lo visto, para las autoridades municipales estas cuestiones no son motivo de reflexión ni mucho menos de acción. Demoler el pasado es lo que menos les preocupa y lo que más los ocupa.

pgomez@abc.com.py

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