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Con el tiempo el sitio se ha convertido en un motivo de orgullo para los paraguayos y su fama ha superado fronteras.
“El Parque y Museo de Historia Natural, conocido como Jardín Botánico y situado en Santísima Trinidad, a unos pocos kilómetros de la capital, es uno de los más hermosos parques de América, por la riqueza, variedad y exuberancia de su vegetación, como asimismo por su belleza natural. Consta de 600 ha y encierra cañadas, bañados, arroyos, lagunas, picadas, avenidas y formaciones florísticas de todo orden”, dice la Guía de Turismo de Arturo Bordón, editada en 1932.
Aunque a lo largo de las décadas, durante la dictadura de Alfredo Stroessner, el predio ha sido mutilado hasta reducirse a menos de la mitad, unas 250 ha, ha conservado un remanente del Bosque Atlántico en el área de reserva natural, de hecho y de derecho.
En el año 2014 la Junta Municipal de Asunción editó el libro-álbum titulado “El Botánico, nuestro jardín” con motivo de cumplirse el siglo de vida.
El compendio que resume la historia, el patrimonio y el Plan Maestro –además de toda la legislación y mapas– lo presenta como el “pulmón de la ciudad” y rescata todo su valor ambiental y recreativo.
“El Parque-Jardín Natural, verdadero ecosistema nativo, además de los bosques y campos naturales, cuenta con importantes especies botánicas introducidas, con arroyos y humedales (…). Desde hace un siglo, los asuncenos y pobladores de ciudades aledañas disfrutan este emblemático acervo natural. Hoy se requieren, sin embargo, acciones públicas urgentes y eficaces para la protección y desarrollo del Botánico, de innegable valor monumental y natural (...)”, expone el libro.
Paradójicamente ahora el Jardín Botánico sufrirá una nueva mutilación sin que exista mitigación ni voluntad política para ello. Varios concejales de Asunción y directores de la Intendencia el viernes último ignoraron convenios y obligaciones para la preservación del predio (¿Son o se hacen de los tontos?). Van a renunciar a 53 ha de compensación por los daños y peligros que acechan a este paraíso.
Es probable que el viaducto de Primer Presidente afecte la franja donde se encuentran el tupido tacuaral que a modo de pesebre cubría el camino desde Puerto Botánico hasta los jardines más emblemáticos, la laguna, el Ykua Carrillo y el Ykua Madama.
Varios de los ediles, que ahora se hacen de los ciegos, sordos y mudos ante tamaño despropósito, firman el libro del centenario del Botánico. Pura cháchara.
En la naturaleza está la verdad y en nuestros concejales la mentira y la ignorancia.
¿Esto no es corrupción?