El abrazo complicado

Cualquiera sea el resultado de la interna colorada del 17 de diciembre próximo, hay posibilidad de que no se produzca el proverbial “abrazo republicano” entre adversarios, para sellar la unidad partidaria. 

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Si gana Santiago Peña, sería un resultado contra los pronósticos y encuestas por lo cual, muy probablemente, el equipo de Colorado Añetete concluirá que hubo fraude y eso hará difícil un acuerdo previo a las elecciones generales. 

El equipo cartista intenta convencer de que sus rivales son más duchos en materia de fraude. Pero, quien tiene posibilidad real de perpetrar trampas masivas es el oficialismo, por una cuestión de logística, recursos y necesidades. 

Si el fraude es burdo o evidente puede darse un escenario como el de 2008 que llevó a la derrota a los colorados o, peor aún, como el de 1992/93, con posibilidad de violencia y crisis generalizada. 

De ganar la elección Abdo Benítez, tampoco es seguro que haya abrazo, porque dependerá de estrategias y decisiones de los representantes de uno y otro sector. 

En la actual campaña electoral es notable la ausencia de candidatos con un liderazgo carismático, en los términos definidos por Max Weber. Que eso sea malo o bueno, no es el punto en discusión. Simplemente, es lo que hay. 

El discurso proselitista se basa, en el fondo y superficialmente, en la defensa y/o crítica al cartismo. La prédica de la oposición interna y la de fuera del Partido Colorado se dirige básicamente a diferenciarse lo más posible del actual gobierno. “Lejos de Cartes, cerca de la gente” decía el eslogan de Efraín Alegre, actual presidente del PLRA. En tanto, Abdo Benítez expresa a los cuatro vientos que es totalmente opuesto al cartismo. 

Un triunfo de la disidencia en el Partido Colorado será la victoria del discurso anticartista e instalará la duda de cómo manejar la relación con el mandatario y su equipo. 

Acercarse, acordar y abrazarse con él dará argumentos electorales a la oposición en el sentido de que son la misma cosa o de que hubo un pacto de silencio e impunidad. 

Mantener la estrategia de distanciarse del mandatario podría tener consecuencias. Cuesta imaginar al presidente aceptando el tratamiento de apestado político al que se debe esconder en el ropero hasta que pasen las elecciones. 

Además, Cartes retendrá el manejo formal del poder hasta agosto de 2018 y, es de esperar, querrá imponer algunas condiciones para dar su apoyo a Abdo Benítez. 

No es descabellado pensar que, como alternativa, Abdo Benítez prefiera romper con Cartes y con los dirigentes que elijan seguirlo (habría que ver cuántos son, luego de una derrota electoral) e inclusive llamar a una suerte de acuerdo nacional con otros sectores políticos no colorados, que no estén comprometidos con el efrainismo y el luguismo. 

Este escenario puede parecer desmesurado, si se deja de lado que hablamos de actores que no son todos del campo político, sobre cuyos propósitos, razonamiento y reacción no podemos, a priori, estar muy seguros.

mcaceres@abc.com.py

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