El cerebro no es solo materia

“El cerebro no es solo materia, ya que es capaz de generar espiritualidad, un concepto más amplio que el de religión. La espiritualidad es una facultad mental más, como la inteligencia o el lenguaje, una proyección de lo que genera el cerebro, que puede o no conducir a la religión”. Con estas palabras comienzan recientes declaraciones del famoso investigador neurólogo, Dr. Francisco Rubia, vicepresidente de la Academia Europea de Ciencias.

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Significa, continúa diciendo, que el cerebro, compuesto de materia consistente en células nerviosas, sus conexiones y las sustancias químicas que actúan como neurotransmisores, ese cerebro también es “espíritu” capaz de generar espiritualidad.

Cuando hablamos de espiritualidad la solemos asociar a la religión o a la religiosidad, pero esto es solo en parte correcto, pues si es cierto que no se concibe la religión sin espiritualidad, sí se concibe, y de hecho existe, espiritualidad sin religión, como lo muestran las que se han llamado “corrientes filosóficas”, como el budismo, el jainismo, el sintoísmo, el taoísmo, el confucianismo y algunos formas de hinduismo, que no tienen dioses y que, por tanto, no se consideran religiones.

Francisco Rubia extiende y profundiza su análisis hasta llegar a la conclusión de que en realidad la neurología de nuestro cerebro no puede investigarse como si se tratara de una pieza o un órgano pura y exclusivamente material, puesto que tiene productos espirituales; eso sería seguir manteniendo el clásico dualismo materia y espíritu en el ser humano, que tantos problemas y dificultades nos crea para poder comprendernos. Formamos una unidad totalmente integrada. Por eso Rubia propone un nuevo planteamiento, comprender al ser humano desde la “espiriteria”, una palabra (un neologismo), que él crea al unir las palabras espíritu y materia refiriéndose a la misma realidad.

La palabra “espiriteria” es nueva, pero la idea referida a la realidad existente en los seres que tenemos dimensión espiritual no es nueva. No solo esas filosofías orientales recién citadas, sino la comprensión de los místicos cristianos, ya desde San Pablo, es una convicción mantenida durante siglos.

Él mismo Dr. Rubia alude al gran místico moderno francés, Pierre Teilhard de Chardin, quien además de haber expresado su convicción de la unidad espíritu-materia en el ser humano en distintos libros suyos, lo cita porque Chardin ha sido y sigue siendo reconocido como uno de los grandes científicos del siglo XX. En su libro “El corazón de la materia”, tras un análisis profundo con rigor científico sobre la materia se atrevió a escribir que en el Universo no existe ni el Espíritu ni la Materia, existe el Espíritu-Materia.

Lógicamente en esta columna de opinión no voy a tratar de debatir sobre esta interesante propuesta de ambos científicos, solamente recojo el tema porque las declaraciones del Dr. Rubia son verdaderamente importantes para quienes tenemos el compromiso de comprender a todo el ser humano, para poder asumir con responsabilidad la vocación de educadores profesionales. 

Los educadores tenemos la obligación de conocer qué es, cómo es todo ser humano, que lleva consigo ayudar a desarrollar todas las potencialidades del cerebro humano de esos niños, niñas, adolescentes y jóvenes que los padres confían a nuestra profesión.

Las investigaciones científicas que nos demuestran qué es el cerebro humano, cuáles son sus funciones biológicas, psicológicas, sociales, espirituales, etc. nos obligan a precisar cómo nos entendemos a nosotros mismos, cómo nos desarrollamos y, desde luego, cómo enseñamos y educamos a nuestros educandos.

Si como dice el Dr. Rubia, “el cerebro también es espíritu, capaz de generar espiritualidad” ¿por qué nuestros planes de educación, nuestros diseños curriculares no programan la educación y el desarrollo de la dimensión y potencialidad espiritual del ser humano? 

Lo que ahora nos dicen los neurólogos sobre la potencialidad espiritual del ser humano, ha sido dicho desde hace veintitantos siglos por muchos pensadores, sabios y místicos de oriente y occidente, lo ha recogido la historia de la antropología, la historia de las culturas, la arqueología, el arte, la historia de las religiones, etc. ¿Por qué la educación formal se resiste a educar a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en todas sus potencialidades, excluyendo su potencial espiritual? ¿Cuál es la ventaja? ¿No será que el desarrollo de la espiritualidad nos hará más humanos?

jmonterotirado@gmail.com

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