“El Chapo” y Sosa Palmerola

La fuga del narcotraficante mexicano, Joaquín “El Chapo” Guzmán, fue la noticia relevante por muchos días en el mundo. Desde hacía un año se encontraba en la cárcel de máxima seguridad. Apenas encerrado, se inició la construcción de un túnel de 1,5 km por donde se escaparía en una motocicleta. Con precisión matemática la obra se conectó al baño de la celda. Se extrajeron varias toneladas de tierra depositadas en un edificio cercano al penal. Nadie vio nada. Nadie escuchó nada. Cuando notaron la ausencia de Guzmán ya era tarde. No sirvió que se peinara el área con la intención de hacerlo regresar a prisión.

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Existe la sospecha de que el túnel fue construido al sólo efecto de que se pensase que el poderoso narcotraficante se valió de ese medio para evadirse y no que saliera, con todos los honores y sin ningún riesgo, por la puerta principal abierta, no tanto por los guardias, sino vaya uno a saber por cuantos millones de dólares. Como sea, se acudió a una obra de ingeniería compleja y seguramente muy costosa.

Unos días después, en nuestro país, quedó en libertad Carlos Hugo Sosa Palmerola imputado por el desvío de 14 millones de dólares de la financiera Ara. Sosa Palmerola, eso sí, salió por la puerta principal del penal de Tacumbú.

“El Chapo” Guzmán se hizo construir un túnel de un kilómetro y medio para respirar de nuevo en libertad. Sosa Palmerola no necesitaba de tantas complicaciones. Dejó la Penitenciaría por un túnel mucho mejor edificado, con fachada legal y todo, levantado en pocas horas por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia integrada por el ministro Sindulfo Blanco y los camaristas Neri Villalba y Mercedes Buongermini.

En el caso de “El Chapo” llamó la atención que la obra estuviera hecha a la perfección, al parecer sin contratiempos, con firme decisión desde el comienzo hasta el final.

El túnel construido por nuestros magistrados presentó, sin embargo, algunas dudas que hicieron temer por el éxito del proyecto. Pero pronto se corrigió y Sosa Palmerola ya está en su casa.

En efecto, Blanco, Villalba y Buongermini habían rechazado el hábeas corpus presentado por la defensora de Sosa Palmerola para obtener la libertad de su cliente. Los magistrados basaron su negativa en el artículo 141 del Código Procesal Penal según el cual –documentaron los magistrados– hace “absolutamente inviable” la pretensión del procesado. Pero como todo es relativo, lo “absolutamente inviable” pronto se volvió viable.

En ABC Color del pasado día 17, pág. 50, leemos: “La resolución de la Sala Penal, que dispuso la libertad de Sosa Palmerola, genera sospechas sobre el ministro (Blanco) y los camaristas que la dictaron, y las mismas se fortalecen cuando, en horas, los integrantes de la Sala Penal cambiaron de postura”.

Al “Chapo” Guzmán le llevó un año hacer construir el túnel para escaparse. A Sosa Palmerola en apenas unas horas ya tuvo a su disposición el instrumento para el mismo resultado: dejar el penal.

El fiscal adjunto de Delitos Económicos, Federico Espinoza, dijo estar apenado y sorprendido por la resolución de la Sala Penal de la Corte. Y agregó: “Resulta sumamente llamativo el cambio de postura. En un fallo mencionan que no hubo mora judicial y en el otro indican que sí hubo. Es una pena por lo que ratifico que se debe abrir un sumario administrativo”.

El fiscal Espinoza podría estar sorprendido, pero no así el resto de la ciudadanía a la que ya nada sorprende, menos aún los “túneles” que se construyen para el escape de los delincuentes mayores. Los menores, los ladrones de gallinas, no tienen ninguna posibilidad de salir de la cárcel mediante un “cambio de postura” de los jueces.

alcibiades@abc.com.py

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