El curioso caso de Benjamín Gramont

Una vez más resurgió el famoso y triste caso del argentino-uruguayo Gramont Berres, cuyo nombre verdadero es Benjamín Levy Avzarradel. Al igual que el cuento del estadounidense F. Scott Fitzgerald (1922) –interpretada en la pantalla grande por Brad Pitt y Cate Blanchett (2008)–, el caso de Gramont rejuvenece con las décadas.

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No hay presidente de la República –desde el Gral. Andrés Rodríguez (1989-1993) a hoy– que se haya salvado de este dolor de cabeza. Todos los gobiernos de la transición democrática se negaron a pagar pero patearon para adelante el problema, que se puede traducir hoy en unos US$ 85 millones.

Para quienes no están bien al tanto de esta situación, conviene recordar que Gramont o Levy Avzarradel vino al Paraguay en la década del 80 y tuvo la habilidad de acercarse y codearse con el dictador Stroessner. A tal punto que lo nombró “embajador itinerante” y cónsul honorario de Paraguay en Ginebra (Suiza). Con ese título casi nobiliario gestionó y obtuvo dos préstamos internacionales del Banco Overland Trust de Ginebra para ejecutar proyectos de inversión en Paraguay, que por cierto nunca se concretaron.

Gramont falsificó burdamente documentos oficiales, que presentó como la garantía del Estado paraguayo. Llamativamente los bancos aceptaron como verdaderos los papeles y aprobaron los préstamos entre los años 1986 y 1987. La operación fue garantizada por la empresa estatal italiana SACE.

Cayó Stroessner, el 2 y 3 de febrero de 1989, y desesperados los bancos quisieron que el nuevo Gobierno de Paraguay pague la primera cuota. Felizmente nuestro país se negó en múltiples ocasiones hasta que los bancos recurrieron a la justicia suiza para ejecutar los títulos de la deuda y obtuvieron una sentencia del máximo tribunal en julio de 2005.

Vale la pena recordar a dos personas que públicamente fueron los primeros paraguayos en alzar su voz de protesta ante este fraude gigantesco: el entonces embajador compatriota en Italia, Pascual Scavone, y el reconocido diplomático y excanciller Luis María Ramírez Boettner.

Ahora le toca al gobierno de Horacio Cartes decidir qué hacer. Tiene dos caminos: chutar para adelante o asumir con coraje una demanda en la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya (Holanda) contra el Estado italiano para gritar en el seno de las Naciones Unidas la injusticia que están cometiendo contra un país pequeño y con poco peso internacional, pero con una rica historia y dignidad. Si así piensa el “Nuevo Rumbo”, al Mandatario no le debe temblar la mano para tomar esa decisión.

Si el objetivo de Cartes es “arreglar la deuda” para recuperar el dinero con los intereses de las reservas internacionales –aunque se ponga en descubierto nuestras reservas internacionales–, entonces estamos perdidos.

pguerrero@abc.com.py

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