El dedo en la llaga

El 29 de noviembre del año 2000, durante una homilía que pronunció en el marco del novenario a la Virgen de los Milagros de Caacupé, el obispo de Misiones y Ñeembucú, monseñor Mario Melanio Medina, puso el dedo en la llaga al denunciar a las mafias organizadas “que nos llevan por delante”. En cierto modo se había iniciado el debate de la manera en que el crimen organizado manejaba los hilos del poder político.

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También, en el año 1979, en pleno apogeo de la dictadura, a raíz de la corrupción institucionalizada y el despilfarro y las represiones, la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) pidió el saneamiento moral de la nación. Los obispos, preocupados ya entonces, hablaron de la necesidad de sanear las instituciones del Estado.

La CEP, a través de la carta, pidió a las autoridades considerados católicos y a la feligresía una profunda reflexión para recuperar los valores morales y rehacer el tejido social.

La iglesia denunció, en aquel entonces, la supremacía de los tres ídolos: el poder, la riqueza y el placer. En estos tres ídolos estaban sumergidos los jerarcas del régimen de Stroessner y que venía destruyendo el tejido moral de la sociedad paraguaya.

A 35 años de aquella carta, en esta transición democrática, las cosas empeoraron. Nada ha cambiado, el país está a la deriva y con alto índice de violencia. En vez de sanear la nación, socavaron los cimientos de la Patria, en manos de iguales o peores dirigentes, ligados algunos con el narcopoder o el crimen organizado.

La corrupción se enraizó, se empotró y se convirtió en una incultura. Aclaremos que bajo ningún punto de vista se puede llamar cultura a una práctica que va contra el desarrollo humano y social. Por eso la corrupción y la impunidad, la violencia, el crimen, el tráfico de influencias son inculturas que destruyen a la sociedad y dejan al país merced de los oportunistas y forajidos.

En la actualidad se perdieron los valores y principios; los tres poderes del Estado están maniatados por el elevado índice de corrupción y el crimen organizado que causa dolor y luto en el Paraguay.

Las autoridades no tienen la fuerza moral para sanear la nación. En estas condiciones ni la justicia, ni el Congreso ni el Ejecutivo podrán enfrentar al crimen organizado.

rmontiel@abc.com.py

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