El imperio de las alimañas

Las plagas de Asunción III. La palabra alimaña cobró forma en el castellano en el año 1300 y fue tomada del latín “animalia” que significa “animales”. En el español fue usado en los siglos XIII al XVI como “bestia”. Por lo menos esto es lo que dice el Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana de Joan Corominas.

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María Moliner, en su Diccionario del Uso del Español dice que “alimaña” es despectivo y es aplicado a animales grandes; “particularmente, a los que son dañinos para el ganado o para la caza menor”. También significa “Persona malvada”.

El Diccionario del Español Actual de Manuel Seco da el siguiente significado: “animal salvaje dañino, esp. para el ganado y la caza menor”. Como ejemplos de uso hace referencia a los zorros y la culebra.

Es probable que las alimañas, en el sentido literal del vocablo (y refiriéndose al reino animal), hayan abandonado la ciudad hacia los años setenta y ochenta. Pero también es muy probable que existieran en la mente de los asunceños como sinónimo de cualquier insecto o roedor.

El primer insecticida que apareció en las páginas de ABC Color en 1967 fue “REAL-KILL”. Según los avisos, había una recompensa de G. 1.000.000 por su captura porque era “criminal para moscas, mosquitos, cucarachas y todo tipo de alimañas”. Con seguridad, no habrá sido tóxico para zorros ni serpientes.

Incluso, cuando se habló de la Urbanización de la Bahía de Asunción en junio de 1969, se destacaba como un hecho importante del proyecto el hecho de evitar que la zona siga siendo “un foco de incubación de múltiples insectos y alimañas”.

Cuando llegó el año 1970, Asunción estaba poblada de yuyales, densos matorrales y baldíos. Incluso, el tranvía se abría paso entre una tupida vegetación de malezas sobre el paseo central de la Avda. Boggiani, donde por falta de limpieza la vía “se ha convertido en refugio de alimañas”.

Bajo el título “Foco peligroso en el Mercado de Dos Bocas” se publicó en enero de 1970 que los alrededores del Mercado 4 se han convertido en un basural y que “en esta acumulación de basuras y desperdicios, se notan restos de carne vacuna, de pescados, etc., los que al podrirse despiden el hedor y permiten la proliferación de moscas y otros insectos y alimañas”.

Los yuyales se hicieron famosos. Por ejemplo, la plaza Manuel Ortiz Guerrero, de la Avda. Mariscal López y Santa Rosa, se encontraba en estado de abandono en 1975: “Los yuyales y las alimañas se enseñorean en dicho paseo, que bien pudo haber sido todo un jardín”, decía la noticia publicada en tapa.

Los baldíos sucios y boscosos, por así decirlo, se extendían por doquier y en ellos –siempre según las crónicas de entonces– moraban las mentadas alimañas.

A la par, se multiplicaron los especialistas en el combate: “Para entendidos y exigentes... Perfecta fumigación y adiós alimañas hogareñas”; “Somos únicos que exterminamos todas las alimañas con nebulización de insecticida”; “La niebla que mata. Revolucionario sistema exterminador de alimañas”; “Una cucaracha en la sopa... Asqueroso, ¿no? ¿Por qué no exterminamos de una buena vez todas las alimañas de la casa?”; “Ni ratas, ni cucarachas. Nuestro exclusivo sistema de fumigación es fatal para las alimañas”; “Realizóse el duelo. El resultado fue el exterminio total de las alimañas”; “Necesito cucarachas y todo tipo de alimañas para exterminarlas - Niebla fumigación”.

Y bueno... Desaparecieron las especies del reino animal, pero no las alimañas humanas, que pululan en las instituciones públicas, siguen campantes.

pgomez@abc.com.py

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