El Indi y su gente

El próximo sábado 19 de abril se conmemora el día del “aborigen americano”, fecha que no se refiere solamente al apache, al siux, al comanche y a no sé qué otro indio del suelo norteamericano. Al decir americano parece que la gente se olvida que existen otros americanos y que solo se refiere al oriundo de los Estados Unidos de América.

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La Organización de los Estados Americanos (OEA) fue la que instituyó el 19 de abril como “Día del Indio Americano”. Un día así, pero del año 1940, se celebró el primer Congreso Indigenista Interamericano en la ciudad mexicana de Pátzcuaro. Aquel encuentro entre todos los indígenas de las diferentes regiones de América se hizo con la finalidad de hablar de la situación general que circundaba a los indios americanos. Al mencionar “situación general” solo se habla de la realidad económica y social del indígena y no existe otro contenido más que lamentarse de sus necesidades y miserias.

Las pirámides de los mayas, por sus perspectivas arquitectónicas y sus magnificencias, hasta siguen asociadas con los extraterrestres. Ya tenían un calendario muy parecido al gregoriano del siglo XVI y una gran organización en todo sentido.

El imperio azteca ya contaba con una educación obligatoria, inclusive con internados para los jóvenes que estudiaban lectura, historia, escultura, agronomía, construcción, religión, música, canto y danza. Y ya pagaban lo que acá tanto se evade: impuestos.

La civilización inca llegó a formar astutos constructores y una eficiente ingeniería en terrazas de cultivos agrícolas, ciudades, sistemas de riego, baños, caminos y jardines en las montañas andinas. Manejaban los solsticios y equinoccios con un reloj de sol y construyeron hacia el año 1400 la majestuosa ciudad de Machu Picchu de 13 km² de superficie y a más de 2.000 metros de altura con conexiones por escaleras. La ciudad fue encontrada por el arqueólogo norteamericano Hiram Bingham recién el 24 de julio de 1911.

Si se desarmara el genoma guaraní encontraremos códigos correspondientes al ensuvy, al Judas Iscariote y a la ira desmedida. Estas instancias se denotan por los horrendos homicidios que ocurren después de alguna entretenida ronda de tragos. Si recurrimos al componente genético de los españoles como prototipo de holgazanería encontramos que el romántico mestizaje no diluyó la sangre aborigen sino que adicionó eritrocitos gallegos muy afines a la diversión, al sempiterno reposo y a la tangible aplicación, sin ningún desperdicio, de la ley del menor esfuerzo. Lo que no se sabe es si esa solitaria pluma en la cabeza del indígena guaraní es por esa ley o por el merecido respeto a las aves.

Los guaraníes no dejaron una mísera construcción, dormían en una hamaca o tenían de cama y colchón al mismo globo terráqueo. Fueron nómadas y hoy están sufriendo el acecho de los sintierras y de los con tierras malhabidas, de brasileños, de brasiguayos, de la podredumbre del Indert y de la gente de diferente color y raza que se llega al país ante la atenta mirada y desatenta atención del Indi, vergonzosa y corrupta institución que permite que su gente se torne indigente.

Con solo vender pequeños recuerdos a los turistas, con mendigar en las esquinas semafóricas o llevándolos a alguna reserva no se logrará mejorar la pésima calidad de vida indígena. Ni vendiendo los animalitos tallados en madera ya que no faltan los animales que piden rebaja por esos esculpidos. Los nativos que progresan son los que crían animales, cultivan soja, sésamo y plantas medicinales. La podrida Seam quiso ofrecer su ilícito y apocalíptico aporte de 114.000 teju por lo que los indígenas debieron entregar a la Seam la misma cantidad de teju ruguái.

El indígena le tiene como Dios al Tupa, tupá es también la cama, la cama equivale al descanso, el descanso corresponde al atraso, el atraso acarrea la joda y la joda engalanó siempre al Paraguay…

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