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Se dice y se repite que la estructura favorece a los candidatos de quien la maneje hasta en un 5% el día de las elecciones, pero ese dato corresponde a la época en que controlar el partido significaba controlar la estructura, lo cual en la actualidad ha perdido valor. Hoy por hoy los poderes fácticos tienen la suficiente capacidad de formar estructuras paralelas, inclusive mucho más eficientes que las formales u oficiales.
¿Qué poder representa en la actualidad, por ejemplo, la Junta de Gobierno de la ANR en la definición de las internas? Prácticamente ninguno. Es diferente preguntarse qué poder representan en el mismo tema la Tabacalera del Este o los residuos de corrupción de la era stronista para las internas del 17 de diciembre próximo.
La estructura electoral está representada por la capacidad de los contendientes en los siguientes aspectos: Experiencia, Transporte, Punteros, Control, Publicidad, Presupuesto, Prebendas. Tanto el movimiento que lidera Marito como el que encabeza Santi cuentan con todos estos recursos en cantidad y cualidad suficientes, excepto en el último ítem.
La gran diferencia entre uno y otro está en el manejo y control de la burocracia estatal, que constituye siempre el capital de los oficialismos de turno. Esto permite al candidato oficialista manipular a los funcionarios estatales, convertir en propaganda los actos gubernamentales y mejorar resultados en las exigencias de fidelidad.
De la encuesta divulgada por ABC se deduce que el candidato disidente Mario Abdo Benítez tiene las siguientes ventajas para el 17 de diciembre: 1. Ventaja de 10 puntos sobre Santiago Peña. 2. Esto provoca una sensación de triunfo que atrae a los indecisos. 3. Fue recogiendo por el camino a los heridos y contusos del oficialismo hasta convertirlos en aliados, mientras que el oficialismo solo recogió residuos. 4. Los niveles socioeconómicos que responden son de niveles medio, bajo y marginal, mientras que el oficialista es preferido solo en el nivel alto. 5. El perfil del candidato presidencial es indiscutiblemente colorado, no así del otro.
En tanto, las ventajas –con peros– del candidato oficialista, Santiago Peña, son las siguientes: 1. Tiene una tendencia de crecimiento, de julio (25,5%) a noviembre (34,2%) subió 10 puntos, mientras su contrincante se estancó. 2. Tiene como territorio ganador Asunción, pero insuficiente frente al resto del país que corresponde a Marito. 3. Lo mismo sucede con el grupo etario, donde gana en uno de ellos: los jóvenes, pero Marito gana en los otros tres grupos. 4. Se repite el fenómeno en el nivel socioeconómico, en el cual gana en el sector de alto nivel, pero pierde en los otros tres. 5. Su gran ventaja está en el control y manejo de la burocracia estatal, donde la clientela vota sí o sí (nicho de lealtad). 6. Se supone que, además de todo lo señalado, Peña dispone de mayor recurso económico para mantener la fidelidad de sus oficiales y para doblegar la voluntad de tropas enemigas.
Sin embargo, el gran problema que tiene el cartismo es el tiempo para sostener la tendencia alcista de su candidato hasta llegar eventualmente a empatar o superar. Donde tiene un poco de “ventaja” es en el hecho de que los niveles “bajo y marginal” de la población electoral que apoyan preferentemente a Marito constituyen el sector más vulnerable a las ofertas económicas, lo que convierte a quienes viven en esa situación en personas menos leales que las del sector alto (dominado por Peña), donde los votantes se mantienen con mayor firmeza en sus decisiones.
De cualquier manera, si los resultados confirman los datos de la encuesta, no será la primera vez que el coloradismo renazca de las cenizas para expulsar a quienes se refugiaron en él sin pertenecer realmente a sus filas. Tal vez aquí radique la explicación de mayor peso en la diferencia que expresa la intención de voto.
ebritez@abc.com.py