El Pacífico y el Mercosur

No son pocos los analistas políticos y económicos internacionales que consideran la firma del Acuerdo Transpacífico de Cooperación (TPP, por sus siglas en inglés) uno de los hechos más significativos del año 2015.

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No es para menos porque el volumen del conjunto de los estados firmantes supone aproximadamente el cuarenta por ciento del total de la economía mundial. Doce países han firmado ya el tratado y diez más han mostrado interés en negociar su integración.

Hay algunos elementos llamativos en el TPP: para empezar integra países de tres continentes (América, Asia y Oceanía) con pocos vínculos históricos y geográficos; también participan potencias como Estados Unidos y Japón, junto a países de mediano desarrollo y naciones de economías modestas.

Cabe señalar la velocidad y decisión con que avanzan los procesos de integración en la zona del Pacífico, donde otras asociaciones regionales previas, como la de Chile, Colombia y Perú ya venían con buenos resultados.

Entre tanto, el Mercosur, que se inició mucho antes, no solo está estancado, porque no se han ido produciendo avances y nuevos acuerdos, sino que también ha ido dando marcha atrás, porque simplemente los pocos logros conseguidos en el papel se incumplen sistemáticamente en la realidad.

En gran medida este fenómeno, al que más que estancamiento habría que llamar parálisis, proviene de un malentendido nacionalismo, que se expresa en un proteccionismo anacrónico y contraproducente en esta nueva era de la globalización.

Desde luego que fue difícil lograr un grado razonable de integración con países que, como Brasil y Argentina, han mantenido políticas diferentes a la del Paraguay.

Se podría abrigar la esperanza de que Mercosur comience a funcionar a partir de un cambio de gobierno, como el que se ha producido en Argentina y como el que habrá en Brasil, más tarde si llegan a las elecciones o más temprano sí hay juicio político; pero la incapacidad de generar acuerdos de integración y la poca voluntad política de cumplirlos es muy anterior a los últimos gobiernos de nuestros vecinos.

Hay que decir que Brasil y Argentina necesitan la integración tanto o más que Paraguay y Uruguay, pero simplemente parecen padecer una suerte de megalomanía que los hace incapaces de concertar políticas con otros países y de cumplir cabalmente los compromisos que firman.

Parafraseando la vieja frase, se podría decir “¡Pobre Paraguay, tan lejos de Dios y tan cerca de Brasil y Argentina!”. Pero hoy por hoy el mundo se ha vuelto muy pequeño y los paraguayos no hemos caído en políticas de relaciones exteriores equivocadas ni en modelos económicos inadecuados para el mundo cada vez más globalizado e interdependiente.

rolandoniella@gmail.com

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