El primer pesebre

La historia rescata que el primer pesebre lo hizo San Francisco de Asís en una gruta de Greccio, Italia, en el año 1224 dando inicio a la tradición de preparar el nacimiento de Jesús, tal cual ha llegado a nuestros días.

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En América se cuenta que la primera Navidad fue celebrada en Haití por Cristóbal Colón junto a los hermanos Pinzón y los marineros que los acompañaban el 25 de diciembre de 1492. De ahí que hayan fundado ese día el fuerte de La Natividad.

El pesebre paraguayo surgió de un sincretismo entre las enseñanzas de los franciscanos que fueron los primeros en iniciar la labor evangelizadora y los aportes indígenas, dice Luis Verón.

Del mestizaje entre lo europeo y americano surgió el pesebre típicamente paraguayo que ha inspirado los mejores villancicos navideños.

La flor de coco que impregna con su dulce aroma las calles, casas y jardines a lo largo y ancho del país en estas fechas es un elemento sagrado de los indígenas e insustituible hasta hoy.

El ka’avove’i (Trichilia elegans), décadas atrás era el follaje infalible para formar la bóveda donde pendería todo tipo de objetos brillantes, frutas y flores para el Niño Dios. Las ramas recogidas se ataban a un armazón de tacuara o tacuarillas y se la dejaba hasta que se evaporara toda la savia para el 6 de enero.

Sin embargo, este elemento no está amenazado precisamente por la modernidad, sino por la desaparición de los bosques bajos –el sotobosque– donde abundaban antaño. Hubo un tiempo en que solo bastaba que una carreta o burrera se internara hacia el monte cercano para recoger abundantemente este producto y ofrecerlo en el Mercado de Dos Bocas (Mercado 4) o en los demás. En fin, en cualquier esquina donde se vendían productos para el pesebre. Como solo se utilizaba una vez por año, el corte de ramas le daba un gran poder de regeneración para la siguiente Navidad.

Es una planta que no es cultivable y solo se halla en hábitat natural, de ahí el peligro de extinción.

Infeliz o afortunadamente, hoy día prácticamente se lo ha reemplazado por miles de objetos y pesebres prefabricados para todos los gustos. Los arbolitos de Navidad también han hecho lo suyo en los hogares paraguayos.

El ranchito kapi’i es otro elemento incorporado de estos lares junto a los frutos de aquí y de allá.

En los tiempos de Carlos A. López, más que en ninguno, se difundió la tradición de visitar los pesebres de cada casa, probar clericó y rosquillas, como lo cuenta Ildefonso Bermejo en su libro “Vida paraguaya en tiempos del viejo López”.

Cuando apareció ABC Color, en su segunda Navidad, en la de 1968, empezó a organizar un “Gran concurso se pesebres”. Muchos de los de esa época –y aún anteriores– sobreviven, como el de los Sabaté de Luque, por citar uno.

Y aunque los tiempos cambian, las tradiciones perduran. Ojalá cunda el espíritu de paz de la Navidad, virtud que no conoció pausas ni siquiera en tiempos de la Guerra Grande ni la Guerra del Chaco. ¡Feliz Navidad!

pgomez@abc.com.py

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