En busca de soluciones

Los inquietantes desafíos que nos presentan los horizontes hacia dónde va la educación y los muchos problemas que nosotros tenemos, nos obligan a reflexionar y buscar las mejores soluciones. Lo importante en esta búsqueda es, en primer lugar, identificar los problemas, dimensionarlos atendiendo a sus efectos y descubriendo sus causas, sin confundirlas con los síntomas; medir los recursos con que contamos y decidir estrategias alternativas, para pasar a la acción planificada a corto, mediano y largo plazo.

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Está bien que el Poder Ejecutivo con el nuevo ministro, Enrique Riera, proponga el plan de emergencia ante la pésima infraestructura de muchas escuelas porque se trata de una necesidad urgente expresiva de la baja calidad del sistema educativo, además de ser un problema que tiene raíces en la corrupción y ha desencadenado una crisis coyuntural con proyección estudiantil, social y política. Pero es también prioritario decidir cuál será el método con que se van a tomar las decisiones para planificar la mejora del sistema de educación.

Por tratarse de un “sistema” el método para identificar los problemas y sus dimensiones no puede ser la reflexión con pensamiento analítico, porque un sistema no se conoce ni se cura descomponiéndolo en sus partes y pretendiendo corregirlo arreglando cada parte por su cuenta. El mal estado de la infraestructura y equipamiento de muchas escuelas es una parte del sistema, corrigiendo esa parte, aun siendo necesario, no se arregla el sistema, porque el mal estado de la infraestructura no es la causa sino un síntoma del mal estado del sistema de educación y de otros sistemas que inciden en él. Para identificar los problemas de un “sistema” y encontrar soluciones, hace falta el pensamiento sistémico.

“El pensamiento sistémico es fundamentalmente lo opuesto al ‘análisis’. Más que tratar de descomponer un fenómeno complejo en partes más pequeñas, intenta comprender la complejidad de un sistema mediante el examen del comportamiento de sus componentes dentro del sistema mayor al que pertenecen. Por ejemplo, en lugar de tratar de comprender aisladamente las operaciones de elementos aislados (…), el enfoque sistémico observa cómo se desarrollan las operaciones dentro de una empresa examinando las interacciones con otras funciones (abastecedores, clientes, etc.)”. Reconocer que el desempeño ideal de una empresa depende más de cómo las diferentes funciones interactúan que del desempeño óptimo de cada una, de forma independiente, es uno de los aspectos de mayor interés del “pensamiento sistémico” (Alexis Codina).

Para aplicarlo a nuestro caso basta preguntarnos ¿por qué la infraestructura y equipamiento de las escuelas está mal? Las respuestas a esta pregunta son muchas: corrupción de empresas adjudicadas y sus mandatarios, deficiente control y sospechosa certificación y aprobación, negligencia de directores que hacen poco por el mantenimiento, compleja burocracia del Ministerio de Hacienda para fondos de mantenimiento, compleja burocracia del MEC, corrupción y coimas en proveedores de materiales, insuficiente personal en departamento de construcciones del MEC, funcionarios instalados por presiones de políticos, escasa o nula relación entre currículo y planificación con constructores, factores culturales, pasividad y permisividad de padres de alumnos y comunidades educativas, etc. Todas las respuestas están relacionadas con las interacciones entre diversos componentes y responsables del sistema.

Si nos preguntamos ¿por qué se construyen las escuelas con los actuales diseños, sin tener en cuenta las necesidades que las nuevas pedagogías, métodos, didácticas y materiales didácticos van a exigir? tendremos semejante respuesta: cada sector trabaja aisladamente, como suma de partes, en vez de un emprendimiento pedagógico sistémicamente planteado y conducido.

El pensamiento sistémico se nutre del “pensamiento holístico”, que mira el papel y propósito de un sistema y sus partes como un todo, sus funciones y cómo lo hacen. También se apoya en el pensamiento dinámico que investiga cómo el sistema y sus partes actúan todo el tiempo, es decir, cuál y cómo son sus movimientos y tendencias. Y finalmente con la técnica de pensamiento lazo-cerrado observa cómo las partes de un sistema reaccionan e interactúan entre sí y con factores externos.

En 2008, Brian Atwater y Paul Dittman publicaron “We want to be Toyota” (Queremos ser Toyota) demostrando que el éxito mundial de Toyota en la vanguardia automotriz se debe fundamentalmente a que Toyota aplica el pensamiento sistémico para conducir sus empresas.

jmonterotirado@gmail.com

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