En los bordes del abismo

La destrucción a inicios de semana de la torre de energía en el Norte agregó un capítulo más a la ya larga novela del EPP. Tres departamentos quedaron a oscuras, reconfirmando que el grupo armado se maneja a sus anchas en la zona. La Fuerza de Tarea Conjunta, la respuesta del presidente Horacio Cartes al conflicto apenas asumió el cargo hace dos años, es poco menos que una mala caricatura. El grupo ocupa más espacios en los medios por los desencuentros que se generan en su seno entre militares y policías que por los logros obtenidos. Desde su funcionamiento y hasta ahora hubo más muertos y secuestros que en todos los años anteriores.

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Dos años atrás la creación del grupo y el despliegue de militares para tareas internas tuvieron un fuerte apoyo parlamentario. Se presentaban como la respuesta necesaria para un conflicto que llevaba demasiado tiempo. Ahora la falta de resultados hace menguar todo respaldo legislativo. La situación incluso amenaza con convertirse en un arma política contra el Ejecutivo. Los cambios en la conducción ya no alcanzan para atemperar el ánimo de los partidos políticos que deben dar el respaldo.

En el entorno presidencial el análisis y la temperatura son diferentes. Los secuestros y las muertes se toman como parte de un conflicto armado, pero se desaconseja que la fuerza pública tome parte. Los consejeros presidenciales insisten en seguir con la filosofía inicial de llevar la presencia del Estado en la zona con obras y servicios. Persuadir con presencia. Temen que una incursión armada termine con consecuencias inesperadas arriesgando incluso al Gobierno.

Esta visión contrapuesta no terminará llevándose puesto a un Ejecutivo que tiene el respaldo del principal partido político del país, pero generará conflictos que seguirán desgastando la imagen de la administración.

Esa es una muy mala noticia para el presidente Cartes ahora que se retoman las negociaciones para la renovación de la Corte Suprema de Justicia. Más que nunca se necesitan cierto sosiego además de fortaleza política para poder llegar a acuerdos amplios. Un Ejecutivo desgastado y disminuido tiene un margen mucho más estrecho de negociación.

La buena noticia para el presidente Cartes es que la disputa que decidió llevar adelante el Senado contra la Fiscalía podría inclinar al Poder Judicial hacia el Gobierno. Finalmente siempre es bueno tener un aliado cuando desde afuera se intenta imponer el canon político a las decisiones judiciales. Pero la alianza no será simple ni única. El Poder Ejecutivo está firme en su intención de reestructurar la Corte Suprema, dejando fuera a varios de los que hoy ocupan un lugar en la máxima instancia judicial. Eso necesariamente obligará a buscar acuerdos puntuales. Consensos donde solo algunos estarán llamados.

Por debajo y en medio de este entramado de negociaciones se mueven también los poderes del narcotráfico, que esperan poder quedarse con parte del reparto de poder. De hecho varios de sus representantes estarán en la mesa de negociaciones buscando imponer a sus figuras. Ya demostraron su poder con el rechazo en el Congreso de todas las iniciativas anunciadas pomposamente hace un año en Palacio de Gobierno para combatir a los narcotraficantes.

En medio de este juego de necesidades la administración Cartes deberá encontrar los espacios para mantener la gobernabilidad, tratar de controlar las negociaciones, no quedar comprometida y sobre todo no resignar sus objetivos. El Ejecutivo está caminando al borde del abismo, donde a diario la presión seguirá subiendo conforme la coyuntura.

ogomez@abc.com.py

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