Enfermedades enraizadas

Hay enfermedades que se atienden más que otras. Como cada año, se hace hincapié en el dengue y ahora en la fiebre amarilla, obligando al viajero a colocarse vacunas –para esta última, carné del Ministerio mediante, no cualquier médico– y recomendando limpieza a los ciudadanos que se quedan en casa. Lamentablemente ya no son noticias, son repasos de enfermedades que no se logran/pueden/quieren erradicar.

Cargando...

La operación para eliminar criaderos casa por casa que hace el Senepa no tiene sentido si paralelamente no trabaja con otras instituciones. Son enfermedades de la pobreza; y cuando digo pobreza no me refiero solo a la gente de zonas vulnerables, sino también a los pobres de participación social y actitudes vergonzosas; cuántos en buena posición económica mandan tirar –en las plazas– su basura de poda o bolsas llenas de desperdicios con los carritos, cuántos no hacen limpiar sus terrenos baldíos, grandes hervideros de mosquitos y todo tipo de alimañas. Me comentaba una entrevistada que en Alemania cumplir las leyes es una cuestión de estatus, qué lejos estamos de esto.

En cuestión de control de limpieza, continuamos con el cáncer del privilegio. Por ejemplo, enfrente de la plaza Expopar, hay un terreno baldío tipo “montecito”, que a pesar de haber enviado el reclamo varias veces, no he obtenido jamás respuesta alguna de la municipalidad. En cambio, otros terrenos de la zona sí fueron no solo desmalezados sino amurallados o alambrados plus veredas muy bien hechas. La pregunta es: ¿qué hace la diferencia entre uno y otros propietarios? Dejo a la frondosa imaginación del lector la respuesta.

Si las instituciones no trabajan coordinadamente, se mantienen aisladas unas de otras y se remiten a hacer por separado este tipo de campañitas, en las que basta decirles a los fumigadores que no tenés criaderos y te anotan como “visto” sin haber visto, todo es “para la foto” y un malgasto. Tienen que tener método para convencer a la gente de su trabajo, y más que eso, buenos antecedentes laborales como ministerio.

Luego, el dengue y la fiebre amarilla solo son dos de las tantas enfermedades que sufre el Paraguay. Leía una noticia que hablaba de “un caso muy extraño de enfermedad en Punta Cana”, ¿Y qué era? Larva migrans, más conocidísima para nosotros como sevo’i, transmitido a través del excremento de perros y gatos callejeros. Por cierto, ¿cuál es el plan para solucionar esta fuente de transmisión de enfermedades por medio de los animales? ¿Existe todavía el departamento de zoonosis y qué está haciendo?

No señores, no son el dengue y la fiebre amarilla las únicas amenazas que sufrimos; hay niños y ancianos llenos de piques y piojos, enfermos chagásicos… Todas las enfermedades de la pobreza merecen atención, inversión y constante control. Falta de políticas, venta de los derechos de vida, atentados criminales contra la naturaleza (tala indiscriminada de montes –hábitat del reino animal– y los grandes negociados de vacunas y antibióticos dan una gran mano negra a la eternización de las epidemias). Sin asumir nuestra realidad, nos pasaremos parchando y echando culpas a que “se trajo la enfermedad de otro lado”. Eso también, somos región, por lo tanto, la colaboración entre países tiene que ser solidaria, permanente y fortalecida.

lperalta@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...