Época de vacas flacas

Los aficionados a los refranes suelen argumentar que siempre hay una luz al final del túnel y que cíclicamente los pueblos atraviesan tiempos de vacas flacas y períodos de abundancia. En la actualidad, en nuestro caso, hace rato que andamos con el cinturón apretado, haciendo malabarismos para llegar a fin de mes y el ganado gordo no aparece. 

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Algunos dicen que, simplemente, el Gobierno está enyetado. Desde que asumió el ministro de Educación los problemas formaron fila: locales en ruinoso estado, atraso en las refacciones edilicias, algunos kits escolares en mal estado, demora en reajuste salarial de los docentes y, para colmo, más de 2.000 profesores se jubilaron y ahora hay múltiples huelgas estudiantiles porque no tienen maestros. 

En el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones también reina la yeta. La reparación de las rutas 2 y 7 no se pudo hacer aún y ahora hay que hacer otra licitación, el viaducto al costado del Jardín Botánico está empantanado hace añares, lo que se construyó en la avenida del polémico metrobús, según el ministro, no sirve para nada, las intensas lluvias destruyeron caminos y puentes, y la única ruta que se está haciendo a toda marcha es la que conduce a la estancia del presidente de Diputados, una clara muestra de prebendarismo político. 

La naturaleza también se asoció a la tarea de provocarnos dolores de cabeza. El calor excesivo durante meses sirvió de excusa a la ANDE para duplicar las facturas de consumo de energía a los usuarios. Las constantes lluvias abrieron las puertas para que la Essap argumentase la necesidad de reparar el alcantarillado y, así, de golpe, duplicó sus facturas a los contribuyentes. 

Tanta agua caída del cielo elevó los niveles de los ríos y provocó una gran inundación que no estaba prevista para estos meses; como efecto colateral, los vegetales inundados se pudrieron, consumieron el oxígeno del agua y miles de peces ya no pudieron respirar y se ahogaron. Si esto no es mala suerte, la mala suerte dónde está. 

En ciertas temporadas la buena situación económica de los países vecinos nos ayuda, pero ahora..., nada que ver. Argentina hace años que anda a los tumbos, con una economía supercomprimida y con millones de habitantes apretándose los bolsillos; cuando vienen a nuestro país, apenas comen dos empanadas y compran un cargador de celular para no volver con las manos vacías. 

Los brasileños tampoco constituyen ya nuestros grandes compradores de frontera; siguen viniendo, miran mucho y se llevan unas cuantas baratijas. 

Nuestras industrias y comercios están en punto muerto, ni avanzan ni retroceden, todo está quieto, como esperando que lluevan dólares o que los chinos nos pidan mucha carne, soja, trigo y maíz. 

Para nuestro Presidente las cosas marchan como debieran: se reúne con todos los sectores políticos, visita a los damnificados por las crecientes, inaugura puestos de salud y, con cierta frecuencia, viaja al exterior para mantener fructíferos diálogos con sus pares.

Ánimo, compatriotas: dicen que la época de las vacas flacas es siempre limitada; solo tenemos que esperar el milagro de la multiplicación de los panes.

ilde@abc.com.py

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