Es necesario que se deje de mentir

Subleva al espíritu más pacífico la mentira de los responsables o sea de aquellos que han ganado en la sociedad la reputación de personas que presumen de saber lo que dicen. Más aún, sublevan las mentiras de los ignorantes que no debieran serlo, y la de aquellos que deliberadamente se mienten a sí mismos cuando se espera de ellos la capacidad de dirigir a los demás. Ellos quiebran las esperanzas, siempre difíciles de lograr en el Paraguay, y esto es muy malo, para quienes confiamos en lo que ellos afirman. Dice, por ejemplo, a propósito de Yacyretá, un conocido ingeniero, discípulo del luguismo bolivarianista y técnico en sofistería: “Un primer punto que se tendría que cumplir de inmediato es que la deuda de Yacyretá debería ser cero, pues así lo establece el Anexo C del Tratado, de que los ingresos deben ser iguales a los costos y que la deuda debe ser cero desde marzo de 2014 (Art IX)”. Lo que dice el Anexo en su cláusula IX es que “las disposiciones del Anexo serán revisadas a los 40 años, teniendo en cuenta el grado de amortización de las deudas de Yacyretá para la construcción del aprovechamiento…” y con anterioridad, la cláusula VII 1 dice: “el ingreso anual, derivado de los contratos de prestación de servicios de electricidad, deberá ser igual cada año al costo del servicio establecido en este Anexo”.

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El autor de tan descarada mentira es un ingeniero que integra la exbanda de discípulos del obispo Fernando Lugo Méndez, la que, al igual que el flautista de Hamelin, pretendió y pretende arrastrar a la corriente del río a los ratones y a los niños. Así, en el año 2009, los integrantes del Congreso Nacional del Paraguay, por unanimidad, votaron por la aprobación de un Convenio con el correligionario “trabalhista” brasileño Lula Da Silva por el que el Paraguay aceptaba una diferencia a favor que dentro de unos años, sin duda, será esgrimida por los representantes de aquella nación, como un precedente o práctica internacional que –dirán– neutraliza las justas pretensiones del Paraguay respecto a compensaciones que no fueron tales sino limosnas a un mendigo.

Las explicaciones del secretario general de la presidencia Juan Carlos López Moreira (UH 13.09.14, p.18 Economía) conducen a la idea de que “la clarificación y precisión de la deuda de EBY no es tarea fácil y la negociación llevará su tiempo. Yacyretá le debe al gobierno argentino y al paraguayo y un equipo técnico está evaluando los plazos, las deudas, a fin de congeniar los montos y saber cuáles no se van a pagar”.

Lo más grave de la mentira es que precisamente el autor, sin entender el malabarismo legal que conecta dicha norma con el art. XV del Tratado, mata el argumento central de la defensa posible del Paraguay por la que, ya al tiempo de la celebración del Tratado, Argentina cortaba la posibilidad de que el Paraguay acceda a los precios de su mercado, inferiores a los de otros mercados de la región, con cuyo mecanismo, retuvieron para sí lo que debieron pagar al Paraguay por energía nuestra, recibida por ellos mediante una supuesta “compensación” que no era tal, sino una prestidigitación con que embolsaron más de 7.000 millones de dólares, que Dios quiera que los técnicos del Paraguay, dirigidos por nuestra Cancillería, descubran a tiempo, antes de cerrar la etapa de revisión, felizmente abierta aún al trabajo de nuestros escudriñadores.

Las gravísimas consecuencias de la mentira, consciente o por ignorancia, aconseja el silencio de los mentirosos e ignorantes. El Paraguay está desarrollando una guerra diplomática en defensa del resultado de su investigación. Lo que Argentina debe a Yacyretá es más que lo que pretende registrar como su crédito, y lo sabe muy bien, pero hará hasta el último esfuerzo por tapar la luz de la verdad.
No debemos olvidar que en 1955 el Tercer Comité de la Asamblea General de las Naciones Unidas, como parte de la Declaración de los Derechos Humanos, adoptó el borrador de un artículo posteriormente aprobado como resolución sobre la Soberanía Permanente sobre los Recursos Naturales cuya sustancia expresa que: “El derecho de los pueblos y naciones a la permanente soberanía sobre su bienestar y recursos naturales debe ser ejercido en el interés nacional del desarrollo natural y del bienestar del pueblo del Estado de que se trata”. “La igualdad de las soberanías entre los Estados”, configura la 5ª cláusula de la mencionada declaración. En ningún caso puede un pueblo ser privado de sus medios de subsistencia. (Principios de Derecho Internacional Público de Ian Brownlie, p. 539 N.14).

Argentina retuvo indebidamente el valor de nuestros recursos naturales, ocultos bajo el disfraz de la compensación. El Paraguay, no obstante su menor poder o influencia en la región, tiene la obligación, mediante su diplomacia de corregir las ventajas de las asimetrías en su contra. No podemos frenar a los mentirosos de fuera, pero dentro de nuestras fronteras defender la verdad es defender la Patria en que nacimos.

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