“Estos son” lo que Cartes ofrece al país

Así como el general Andrés Rodríguez cambió el rumbo político del Paraguay con su “revolución” en 1989, Horacio Cartes pretende ahora revolucionar el ambiente político colocando a Rubén Rodríguez, locutor y animador de fiestas, como su candidato a gobernador del departamento Central.

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Muchos explican la jugada de plantear a personajes de la farándula como candidatos a cargos electivos por el desprestigio de los políticos. Pero ¿qué ofrece Cartes como alternativa? En el fondo, nada. Nada más ni nada menos que manejar el país como si fuese su empresa.

Con Rubén Rodríguez, Cartes lleva casi al límite su concepción de la política como una cuestión de negocios que se maneja invirtiendo dinero para obtener poder.

Cuando él se afilió y postuló a la presidencia en el 2013, la impresión generalizada fue que había alquilado el Partido Colorado para ese propósito. Sus gestores políticos, que evidentemente no trabajaron gratis, cambiaron el estatuto partidario para que pudiera inscribirse, ya que no reunía los requisitos establecidos.

Después, convenció a buena parte de la dirigencia colorada de que lo respaldará, con argumentos sólidos y en efectivo.

La confesión de Rubén Rodríguez de que será un candidato a sueldo del Mandatario nos revela que las versiones acerca de que Cartes paga sobresueldos a parlamentarios y ministros son ciertas. La historia que quiso vender Santiago Peña, el candidato de HC a la presidencia, de que al quedarse sin trabajo por haber dejado de ser ministro, se mantendría con aportes de su familia, no engaña a nadie. Obviamente, es también un candidato a sueldo del Presidente.

Está claro que, si Rodríguez llega a ser gobernador, no administrará el gobierno del departamento Central porque no sabe nada de eso y porque lo harán los gerentes que le pondrá el Presidente. El presunto gobernador solamente tendrá que poner su cara sonriente. Será como esas monarquías actuales, en las que los reyes siguen ahí por cuestiones de tradición y porque a la gente les resultan simpáticos. 

La idea de colocar figuras como cascarones vacíos para ejecutar órdenes ya la había aplicado Cartes con Pedro Alliana, ignoto diputado colorado al que convirtió de un día para otro en presidente del partido.

Con Santiago Peña la historia es más o menos parecida. Es obvio que, de ganar la interna y las elecciones generales, el manejo del gobierno lo tendrá el grupo de HC, pese a que el candidato se ilusiona con que le dejarán elegir su gabinete.

El problema de fondo ante esta situación es que, como alternativa, algunos sectores políticos no plantean ideas o políticas de Estado novedosas sino que inclusive quieren reciclar aspectos nefastos de la pasada dictadura.

En tanto, otros grupos que también se oponen a la consolidación del equipo cartista intentan tener a su famoso propio para ponerlo como candidato.

Aceptando esta lógica que propone el cartismo, en un futuro no tan lejano podemos tener compitiendo para presidente de la República a conductores de programas mañaneros de TV, cantantes de cachaca, futbolistas y estrellas de Youtube o Whatsapp, que serán conocidos cada uno en su ambiente y que se pondrán a consideración de los votantes para que decidan quién es más conocido o seductor.

Luego, quienes gobernarán el país serán, en el mejor de los casos, empresarios o corporaciones económicas y en el peor, cárteles del narcotráfico, contrabandistas o estafadores internacionales.

Hasta dónde puede llegar esto, es algo difícil de saber. Dependerá en gran parte de la ciudadanía y de qué grupos o dirigentes lúcidos reaccionen en algún momento, más pronto que tarde, por el bien de nuestro país.

mcaceres@abc.com.py

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