Examen de ingreso

SALAMANCA.- El examen de ingreso a la universidad era uno de los temas que nos unía a todos los compañeros al llegar a los dos últimos cursos del bachillerato y se acercaba el momento de vencer ese obstáculo. En medio de tanta preocupación soñábamos que llegara el momento en que ya no hubiera dicha prueba y que pudiéramos acceder a la carrera que deseábamos seguir sin tener que pasar por aquellas horcas caudinas.

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Qué lejos estaban de la realidad nuestros sueños. No sólo no se suprimieron los exámenes de ingreso, sino que se ampliaron. Ahora también es necesario darlos para ingresar en el “pre-jardín”. Así como lo están escuchando. Los niños de tres años de edad deben dar un examen de ingreso para acceder a lo que antaño llamábamos guardería. Claro que dicha prueba no lleva ese nombre, sino va disfrazada bajo la denominación de “evaluación del niño”. Si la inocente víctima no pasa tal evaluación, pues no ingresa. Es decir, la prueba cumple la misma función que aquel pero bajo diferente nombre.

La madre de un niño de tres años me contó visible y comprensiblemente compungida lo que acababa de vivir. Llevó a su hijo para la prueba. Una evaluadora, extraña para el niño, lo llevó a una habitación cerrada viéndose separado de su madre por primera vez en la vida. ¿No es acaso normal que un niño de tres años esté habituado a moverse nada más que dentro del círculo más cercano de su familia? 

Comienza la evaluación: la evaluadora le lee un breve cuento y le pide que le diga de qué se trata el relato. Esto se llama “lectura comprensiva” y es justamente lo que tienen que enseñarle en la escuela en lugar de llevar sabida la materia de casa. Pero esta es una materia que no se enseña ni en la guardería, ni en el jardín, ni en el bachillerato. Por eso, en un examen realizado por un organismo internacional se aplazó alrededor del 70 % de los estudiantes.

Segundo paso: la evaluadora le pasa un lápiz negro y le pide que dibuje algo. El niño no lo acepta porque “el negro es un color muy feo”. Quiere lápices de colores y la respuesta es “No”. Debe dibujar con ese lápiz. ¿Qué se esperaba? ¿Qué dibujase el “Gernika” de Picasso que es en blanco y negro? ¿O bien pintar aquellos hermosos cuadros de Zurbarán (siglo XVII) que sólo utilizaba el blanco y negro? Posiblemente la evaluadora habría podido averiguar mucho más del niño recurriendo a los diferentes colores y no empeñarse en solo color, suponiendo que el negro sea un color (¿acaso no es justamente la ausencia de todos ellos?).

Resultado: “el niño es muy mimado”. Albricias. Todo niño tiene que ser muy mimado. Justamente muchos problemas que arrastran los jóvenes de hoy es porque les falta cariño dentro de la familia. Y no confundamos “mimado” con “malcriado” o “maleducado” que los hay por toneladas. Pero este no es el caso.

Cuando le dije a la madre cuál era el apuro de mandar a su niño a una guardería me dijo que todos los padres con hijos de esa edad no pueden ocultar la ansiedad que sienten ante dicha evaluación y el miedo al fracaso. Le dije que si el niño tiene buen ambiente en la casa, lo mejor es que se quede allí ya que nuestros sistemas educativos sólo logran destruir la creatividad, la espontaneidad y la imaginación del niño. No sé si pudo servir de consuelo para una madre cuya hijo, a los tres años, ya recibió su primer aplazo.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

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