Igual o peor

Hace cinco años, cuando Federico Franco entregó el poder a Horacio Cartes, estábamos muy mal en materia de seguridad ciudadana al punto que no existía lugar del país donde se pueda garantizar seguridad a los transeúntes, inclusive a los residentes de cualquier tipo de viviendas, sean estas humildes o suntuosas. Asaltos, robos domiciliarios, raterismo, abigeato y hasta secuestros exprés eran rutina del período 2008/13, que abarcó los gobiernos de Fernando Lugo y Franco. 

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Cinco años después, seguimos igual.

Hace cinco años, la acción criminal de los forajidos del norte que secuestran, extorsionan, asesinan y se burlan de la justicia, era incontrolable para las autoridades nacionales, a pesar de la creación de una Fuerza de Tarea Conjunta (de militares, policía y Senad), creada al solo efecto de terminar con este grupo. El presidente que ahora termina su mandato juró que nadie marcaría la ruta de su gobierno en materia de seguridad.

Cinco años después, seguimos igual.

Hace cinco años, el cuarenta por ciento de la economía nacional se mantenía de manera subterránea. Los negocios improvisados en la vía pública o en las adyacencias de mercados municipales, carecían generalmente de las mínimas condiciones sanitarias, de las garantías mínimas y control para el consumo, no pagaban alquiler, ni contrataban personal y mucho menos quienes ahí trabajaban contaban con seguro social. No pagaban impuestos, pero hacían pagos en negro a quienes se consideraban dueños de esos espacios. 

Cinco años después, seguimos igual. 

Hace cinco años, sosteníamos con nuestros impuestos un Estado con 273.884 funcionarios, los cuales fueron ingresando año tras año generalmente mediante la recomendación de padrinos políticos. El sistema de concurso para otorgar los cargos a quienes lograban demostrar mayor capacidad y competencia, fue burlado por las propias autoridades políticas que promovieron y aprobaron la ley respectiva, jactándose aquellas de colocar la mayor cantidad de correligionarios en la función pública, a pesar de la ley que prohíbe el tráfico de influencia. Cartes termina su mandato con 298.183 funcionarios (24.299 más que antes). 

Cinco años después, seguimos igual, ¿o peor?

Hace cinco años, el desempleo abierto era del 5% y pese a la intensa propaganda gubernamental de que en este período se captó la mayor cantidad de inversiones, y del esfuerzo del sector privado por crear nuevas fuentes de trabajo, hoy el desempleo llega al 6,2%.

Cinco años después seguimos igual, ¿o peor?

Hace cinco años la pobreza afectaba al 28% de la población y la pobreza extrema al 5,69%. Aunque el gobierno de Cartes prometió que sería su obsesión el combate a este flagelo, su período termina con 26,4% de pobreza y 4,41 de pobreza extrema, o sea más de uno de cada cuatro habitante, es pobre o muy pobre.

Cinco años después, seguimos igual.

Hace cinco años cuando Cartes se hizo cargo, el país estaba dominado por la narcopolítica y la mafia fronteriza, teniendo como respuesta la impunidad. Un informe del Senado denuncia la existencia de legisladores vinculados al narcotráfico y la mafia brasileña tomó Ciudad del Este por varias horas para robar once millones de dólares.

Cinco años después, seguimos igual, ¿o peor.

Hace cinco años, la deuda externa del Paraguay era de 4.174,2 millones de dólares, usados para infraestructura física, para calzar el déficit presupuestario y para “invertir” en el sector social. Hoy la deuda externa es en realidad extrema y asciende a 7.761,3 millones de dólares y tuvo un aumento del 85,9%. O sea...

Cinco años después, estamos peor.

ebritez@abc.com.py

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