¿Involuntario o calculado?

Ahora que el presidente Cartes se declaró financista de la campaña electoral del ganador en el Partido Colorado, estamos exentos de suponer que Alliana será presidente del Partido Colorado, gracias al dinero del Primer Mandatario. Sin embargo, es muy simplista afirmar, aun a confesión de parte, que Cartes fue el único paganini de la campaña electoral.

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Ninguna campaña electoral se financia con el dinero de una sola persona y menos aún en el Partido Colorado donde los gastos son cuantiosos, pero ninguna duda existe ahora que el Presidente de la República fue pagador. Por la forma en que lo dijo, la justicia ordinaria debería requerir del Presidente el dato cuantitativo del aporte confesado y cotejarlo con la rendición de cuenta futura del Partido Colorado para luego actuar en consecuencia.

Se podría suponer en concordancia con esta declaración pública que la conducción del Partido Colorado en el futuro será funcional al presidente Cartes, lo cual no aparenta ser muy grave desde el momento que se trata del partido que lo postuló al cargo y con el cual mantiene aún cordiales relaciones, por lo menos a estar por la sonrisa con que habitualmente sale tanto de Mburuvicha Róga como del Palacio su actual presidenta.

En el sistema democrático y republicano se espera que el presidente se dedique a gobernar y no a campañas partidarias en medio del ejercicio, para lo cual está constitucionalmente establecida la dedicación plena a esa labor. Pero ningún presidente de la era democrática respetó ese deber constitucional y todos ellos siguieron el mismo proceso: tratar de ganar la junta de gobierno, imponer al candidato a intendente de Asunción, buscar la reelección y si esto no fuera posible, imponer al candidato a sucederlo.

Con este dato debe resultar sencillo a cualquiera llegar a la conclusión de que en las recientes internas coloradas no se estaba peleando la titularidad de la junta de gobierno solamente sino construyendo la estructura de poder del próximo período constitucional. En esta construcción, Cartes se perfila como el gran elector, tal vez no tanto como lo fue Friedrich Wilhelm (1620-1688) conocido popularmente como el Gran Elector por su capacidad militar y política para que Prusia pasara de ser un ducado a Reino, logrado para su hijo y sucesor Federico I de Prusia.

Dentro de este contexto estoy tentado a pensar que las confesiones tipo sincericidio de Cartes sobre el financiamiento de la campaña electoral con su propio peculio es una actuación premeditada del Presidente devenido en jefe de campaña real, con el fin de dar la sensación de haberse ganado el título de Gran Elector de este y de los próximos compromisos.

Todos sabemos que las palabras de Cartes sobre el supuesto pago (completo) del costo de la campaña electoral no tendrán consecuencia legal alguna para su persona, para su fortuna y mucho menos para su investidura. De hecho no se tomó el trabajo ni la molestia de aclarar el alcance de lo que dijo y mucho menos de desmentirlo.

Queda en el ambiente la sensación de que “quiso nomás luego decir lo que dijo”, que no fue ninguna expresión involuntaria sino todo lo contrario. Que en vez de tratar de impresionar favorablemente a la audiencia con la garantía supuesta de que esta vez se gastó su dinero y no se usaron fondos públicos, lo que en realidad estaba buscando es dejar plantada la idea de que todas las cuestiones a resolver en el futuro deben pasar por sus manos y su chequera, porque él tiene la herramienta para hacerlo de manera eficiente.

Aunque para la clase política, en especial la colorada, es muy importante saber en manos de quién está la caja, está demostrado que en política si bien hoy casi todo está a la venta, resulta difícil revertir la decepción y más difícil aún convencer a los indignados. Pévata hína la pa’ã tenondeve gotyo.

ebritez@abc.com.py

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