Jolgorio informal

Por cuarto año consecutivo, el Paraguay lidera la lista de los países más positivos del mundo por las emociones que experimentan sus residentes. Esto, según una encuesta de la prestigiosa Gallup.

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El resultado arroja que en nuestro país se registra a diario un 87% de experiencias positivas, conforme al sondeo de “emociones globales”, y no nos debe sorprender. Los paraguayos somos felices en medio del sarambikue en el que estamos acostumbrados a vivir diariamente, y somos masoquistas al tener las autoridades que elegimos.

Todo el mundo está feliz aquí con el desorden que reina. Las calles están atestadas de vendedores informales con productos de contrabando y falsificados. Así se ofrecen a tutiplén burdas falsificaciones de relojes Rolex, anteojos Ray-Ban, carteras Louis Vuitton, ropas de Dolce y Gabbana, etc.

Cuando Elton John le cantaba a Lady Di en 1997, el disco ya se estaba ofreciendo en Ciudad del Este.

¿Y cómo no vamos a “estar felices”, si todo el mundo hace lo que le viene en la santa gana? Todavía faltan poco más de dos meses para las elecciones municipales, pero el intendente y los concejales ya tiraron la toalla, declararon un verdadero jolgorio, relajaron el mando y las ordenanzas.

Los informales están chochos de la vida en las puertas de los shoppings y en la “peatonalizada” y colorida Calle Palma, porque cada vez que viene un inspector municipal a controlarlos se sientan a compartir con ellos un refrescante tereré.

Esta es la época en que abundan ocupantes de sitios públicos, vendedores sin patentes, cuidacoches y cuidatodos, manifestantes con carpas; taxistas mau copan calles, veredas y paseos sin ningún escrúpulo. Total, todo es provisorio.

Frente al Ministerio del Trabajo, sobre la calle Herrera y Paraguarí, están encarpados los manifestantes que se adueñaron de la vía pública y la “confiscaron”. Cualquier reclamo es considerado de “amargados”, y recibe agresiones quien osa exigir su derecho al libre tránsito.

Asunción se parece a una aldea pobre y derruida. Para fin de año, será un mercado persa con tenderetes, parasoles, sábanas y hules que protegen del sol los pandulces, petardos y serpentinas.

Hubo un tiempo en que la capital paraguaya tenía coloridos y ordenados puestos de venta de flores frente a Recoleta, higiénicos kioscos de comidas, frutas y también un paseo artesanal sobre la calle Chile. Ahora está lleno de harapos y un tendal precario.

Todos los intendentes que llegan a la Municipalidad de Asunción prometen ordenar y reordenar la venta callejera. Cuando recién asumen presentan pomposos proyectos y paladas iniciales que pronto pasan al olvido.

La dejadez, la incuria, la abulia, el descuido de los intendentes y concejales delinean las nuevas normas de urbanidad en Asunción. Y como que la escoba nueva barre bien, esperemos que pronto pasen las elecciones a ver si se disponen a hacer algo.

pgomez@abc.com.py

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