Jóvenes en terrorismo ¿por qué?

El terrorismo crece en el mundo a una velocidad tan acelerada que nos obliga a reflexionar sobre el hecho, sus causas y consecuencias. En un año ha crecido el 80%; ha pasado de producir 18.111 víctimas en el 2013 a 32.658 en el 2014.

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Los cinco países más afectados son Afganistán, Irak, Nigeria, Pakistán y Siria, donde han padecido el 57% de los ataques y el 78% de las muertes por terrorismo. Los dos grupos terroristas más letales han sido Boko Haram y Estado Islámico, responsables del 51% de todas las víctimas.

Hay un hecho significativo: cada vez son más jóvenes los terroristas. Y más significativo aún es que en Europa son mayoría los jóvenes, incluso adolescentes, que se inscriben y comprometen con el terrorismo internacional. Los terroristas que perpetraron el último golpe siniestro de París, en su mayoría han sido jóvenes y adolescentes franceses reclutados por el Estado Islámico. Quinientos veinte jóvenes, varones y mujeres de Bélgica se han unido al Estado Islámico de Siria. En España, un grupo de mujeres jóvenes de Almonte y Málaga han sido detenidas por la policía cuando tenían todo listo para ir al Estado Islámico, igual que un grupo de jóvenes del movimiento independentista “Nous catalans” de Cataluña, que se trasladó a Siria.

Sociólogos, antropólogos y psicólogos vienen analizando estos hechos. ¿Por qué se radicalizan los jóvenes hasta el punto de dedicarse a matar a sus propios conciudadanos?

Hay consenso generalizado en pensar que los motivos no son religiosos, que hablar de lucha del Islam, de musulmanes contra cristianos es en todo caso un pretexto de marketing, que la opción por la violencia radical contra conciudadanos inocentes, que nada tienen que ver con los conflictos de poderes, que no tienen poder alguno de decisión ni en el campo político ni el ideológico, ni económico o social, no es por religión, esto necesita otra explicación más convincente y aproximada a la realidad, y que sin duda son otras las causas que engendran este feroz antihumanismo.

Es evidente que muchos adolescentes y jóvenes viven en un estado de ansiedad, de angustia e incertidumbre, de pesimismo ante el futuro inmediato y remoto que se les ofrece. La mayoría de ellos no tienen sitio en la sociedad que estamos viviendo y organizando. Ni siquiera haciendo esfuerzos extraordinarios tienen seguridad de que tendrán trabajo y podrán acceder a los medios necesarios para vivir razonablemente bien, menos aún para participar de los paraísos que la publicidad les presenta constantemente en una sociedad abocada al consumismo.

Se sienten marginados, frustrados, sin pertenencia ni reconocimiento, exigidos sin ver para qué, sin que nadie les garantice que con sus esfuerzos lograrán lo que quieren. Intentan evadirse de esta realidad dejándose invadir por ruidos, no escuchan música, se aturden con ella en altos decibeles en las salas de fiestas, en las celebraciones, hasta en los autos o en su soledad con los auriculares pegados a sus orejas.

Buscan emociones fuertes y les gusta ver terror y violencia en el cine, la televisión y hasta en los juegos electrónicos en los que ellos juegan como protagonistas a matar o eludir la muerte. Otros eligen estrategias peores, el alcohol o las drogas que acumulan su autodestrucción.

Está claro que no todos los jóvenes y adolescentes están y son así, aunque más o menos todos participen en momentos o con frecuencia de estos estados de ánimo. Pero también está claro que los hay hundidos en esta situación.

¿Por qué aceptan la oferta del terrorismo? La investigación de motivaciones tendrá muchos datos que darnos, pero los especialistas dicen que el Estado Islámico les ofrece pertenencia, reconocimiento, trabajo de entrenamiento para una causa propia de héroes, dinero, protagonismo, acción y armas, más aún, una mística hasta la inmolación que les garantiza el paraíso tras la muerte.

En síntesis, las causas caen en los escenarios sociales, económicos y políticos, con sus impactos en la psicología personal. El papa Francisco acaba de decir en Kenia, protegido por veinticinco mil policías y tres mil soldados, que luchemos contra la pobreza para acabar con el terrorismo. Su información y análisis también apuntan a los problemas que crea la vigente desigualdad y la injusticia social.

jmonterotirado@gmail.com

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