Justicia tardía, pero llega

La justicia tarda, pero llega, afirma un antiguo refrán. No es lo ideal. Lo mejor sería contar con una justicia pronta y barata, pero en la vida real no es así. En los últimos meses, han explotado importantes casos de corrupción en la gestión pública en varios países, incluyendo la megainvestigación de periodistas conocida como “los papeles de Panamá” y la detención de la mano derecha de los expresidentes Kirchner en la Argentina.

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Tardó mucho, décadas, pero finalmente el escándalo del “Fifagate” permitió descubrir un enorme sistema de corrupción en la administración de las competencias internacionales del fútbol y muchos popes de este deporte fueron destituidos de sus cargos y algunos, enviados a prisión. Se creían dioses, y hoy son reclusos ordinarios de una penitenciaría.

La conmoción política en Brasil fue ocasionada por la denuncia de un sistema gigantesco de corrupción que ya causó el juzgamiento y la prisión de importantes dirigentes políticos y empresarios, y está a punto de tumbar a la mismísima jefa de Estado Dilma Rousseff y al líder histórico del PT y expresidente Luiz Inacio Lula da Silva.

Los papeles de Panamá están desatando múltiples terremotos políticos en los más diversos países del mundo. Es impresionante la cantidad de autoridades nacionales y poderosos empresarios que están involucrados, en mayor o menor medida, en actividades financieras sospechosas de ilegalidad. Están juntos y revueltos jefes de Estado, multimillonarios, deportistas famosos, personajes del jet set, jefes mafiosos, zares del narcotráfico, etc. La bomba es tan grande que pasarán meses antes de conocerse bien sus efectos.

En estos días, también fueron detenidos ex hombres fuertes de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner en la Argentina. Con la detención de Ricardo Jaime, Pérez Gadín y Lázaro Báez, están saliendo a luz sobrefacturaciones, coimas, desfalcos y negociados por valores súper millonarios realizados por altos funcionarios muy cercanos a los expresidentes citados.

A nivel local, también hay distintos casos de acusaciones de negociados y malversaciones de fondos públicos que llevan años en los juzgados y que no avanzan porque existen fueros parlamentarios o por interminables chicanas jurídicas. Los ladrones públicos que fueron a la cárcel constituyen una minoría; los más descansan en un limbo jurídico incomprensible.

En una escala menor, hay miles de casos de delitos diversos, asaltos, estafas, violaciones, etc. que a veces ni siquiera se denuncian judicialmente. La falta de fe en la honradez y la celeridad de nuestra justicia induce a la ciudadanía a una no deseable resignación ante los actos delictivos que quedan impunes.

La larga mano de la justicia, que por fin ha alcanzado a los poderosos que citamos al principio, nos trae un poco de esperanza en que las cosas irán mejorando en los tribunales manejados por los profesionales de la diosa Astrea. Es un proceso con avances y retrocesos, pero de vez en cuando reconforta saber que también los ricos y poderosos van a la cárcel y no solo los perejiles y chivos expiatorios.

Ilde@abc.com.py

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